El Consejo de Seguridad de la ONU impuso ayer de madrugada a Corea del Norte un nuevo paquete de sanciones en respuesta a su sexto ensayo nuclear, hecho el pasado día 3 y considerado el mayor hasta la fecha. Las sanciones, aprobadas por unanimidad, son menores que las pedidas por EE UU, que pretendía un embargo petrolero total pero hubo de ceder para evitar los vetos ruso y chino.

Pyongyang verá limitada al 50% su capacidad para importar petróleo, gas y derivados de hidrocarburos, a la vez que tendrá prohibidas las exportaciones de textiles, su principal fuente de ingresos externos. Los 93.000 emigrantes norcoreanos no podrán recibir permisos de trabajo.

Ya en la anterior ronda de sanciones, decretada a principios de agosto, se vedó a Corea del Norte la posibilidad de exportar carbón, hierro, pescado y marisco. La suma de los dos paquetes sancionadores hace perder al régimen norcoreano el 90% de sus ventas al exterior, además de privarle potencialmente de las remesas de sus inmigrantes.

La embajadora de EE UU ante la ONU, Nikki Haley, resaltó que Washington "no busca una guerra con Corea del Norte", ya que este país "no ha rebasado aún el punto sin retorno". Por ello, invitó a Pyongyang a poner fin a su programa nuclear, para "recuperar su futuro". Si Corea "demuestra que puede vivir en paz, el mundo vivirá en paz con ellos", dijo Haley.

Sin embargo, el presidente Trump fue más duro en sus declaraciones, ya que se quejó de que se ha dado "un paso muy pequeño" y auguró que "no es nada comparado con lo que finalmente tendrá que pasar". Corea del Norte, por su parte, calificó de "canallas" los castigos y estimó que están destinados a "liquidar el sistema ideológico y social" del país, cuyo principal valedor es China.