El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, subrayó ayer en la Casa Blanca, en rueda de prensa conjunta con el presidente de EE UU, Donald Trump, que su Gobierno mantendrá su política de "apertura" hacia los refugiados, aunque aclaró que "respeta" las decisiones que pueda adoptar el país vecino. El pasado 27 de enero, Trudeau acogió el polémico veto islámico de Trump con un tuit no menos polémico: "Bienvenidos a Canadá".

Trump y Trudeau mantuvieron un esperado encuentro precedido de gran expectación por las notorias diferencias entre las partes sobre política migratoria y comercial. Sin embargo, ambos insistieron en los vínculos más que en las diferencias. "No hay otros vecinos en el mundo que estén tan relacionados como nosotros", enfatizó Trudeau, lo que no le impidió calificar las relaciones bilaterales como "bastante complejas".

La rueda de prensa también le permitió aludir al lanzamiento de un misil por Corea del Norte este fin de semana, el primer desafío del que le hace objeto Pyongyang desde la investidura. Trump aseguró que Corea del Norte es "un gran problema" y prometió responder a sus desafíos de forma "muy contundente", aunque no entró en detalles sobre cuál será.

El encuentro entre Trump y Trudeau, los líderes de los dos socios ricos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se produjo al día siguiente de que, en México, el socio pobre, decenas de miles de personas salieran el domingo a las calles de varias ciudades para expresar su rechazo a las políticas migratorias de la nueva Casa Blanca. En el caso del vecino del sur, esas políticas incluyen la construcción de una verja de separación ("el Muro") a lo largo de los más de 3.000 kilómetros de frontera común.

Un grito unánime en contra de Trump, acompañado de la exigencia de "respeto", unieron a los manifestantes, que en el caso de Ciudad de México fueron unos 20.000.