La canciller alemana, Angela Merkel, ha situado a la cabeza de las prioridades de su Gobierno acelerar la integración laboral y ciudadana de los cientos de miles de refugiados que ha acogido y acogerá su país este año. Según datos difundidos ayer por el vicecanciller, Sigmar Gabriel, en lo que va de 2015 ya han llegado a Alemania 450.000 de los 800.000 refugiados que se esperan para el conjunto del ejercicio. Solo en lo que va de septiembre llegaron 37.000.

Merkel hizo ayer dos visitas relámpago con las que pretendió poner de manifiesto esta voluntad de integración, en unos momentos en que las encuestas reflejan que la política de "brazos abiertos" de la canciller le ha costado ya cuatro puntos en las encuestas.

Primero, visitó un centro de acogida del barrio periférico berlinés de Spandau, donde insistió en la necesidad de acelerar la evaluación de las solicitudes y, con ello, las posibilidades de una rápida incorporación al mercado laboral, previa la oportuna capacitación, para quienes llegan al país buscando refugio. De hecho, en los centros de acogida, junto a la oficina de registro de demandantes de asilo se están instalando oficinas de empleo para los refugiados. La ministra de Trabajo, la socialdemócrata Andrea Nahles, informó a la cámara baja del Parlamento de que se destinarán hasta 1.100 millones de euros a la integración laboral del colectivo de refugiados.

En su segunda visita, a una escuela del distrito multiétnico de Kreuzberg, la canciller se dirigió a una de las llamadas "clases de bienvenida", donde cientos de menores, que incluyen desde analfabetos a niños escolarizados en sus países de origen, aprenden alemán y otras materias.

Merkel ha decidido aplazar el debate parlamentario sobre una ley de inmigración hasta que haya una mayor claridad sobre la llegada de refugiados. Por su parte, Gabriel recordó que el déficit de mano de obra ascenderá en los próximos años a unos seis millones de personas, una amenaza, dijo, no solo para las empresas, sino para el bienestar de toda la sociedad, advirtió.

La actual actitud del Gobierno alemán representa un fuerte giro en la política de refugiados respecto a lo que fue la práctica en la década de 1990, cuando el país recibió un alud de desplazados procedentes de los Balcanes en medio de una situación enorme esfuerzo económico y moral de integración de los habitantes de la antigua Alemania comunista, la extinta RDA. Tras la profunda reconversión económica operada en la última década, el propósito de Merkel, que dirige ahora un país boyante, es convertir a los nuevos refugiados en ciudadanos plenamente integrados, de acuerdo con las actuales demandas de mano de obra y demográficas germanas.