Al menos 18 policías turcos murieron ayer en diversos ataques de la guerrilla independentista kurda, lo que convierte la jornada en la más sangrienta desde que el Gobierno turco rompió el pasado julio el alto el fuego vigente desde hacía dos años con el proscrito Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).

El ataque más grave fue el perpetrado contra un microbús de la policía en la provincia de Igdir, en el borde oriental del país, que se saldó con 14 muertos. Otros tres policías murieron en enfrentamientos con la rama urbana y juvenil del PKK en Cizre, en el sureste del país, y uno más fue ametrallado mientras viajaba con su hija por la carretera de Tunceli, en el centro de Anatolia. Los incidentes golpean un país ya conmocionado por la emboscada de Daglica, localidad de las montañas de la meridional Hakkari.