Los cabecillas de los manifestantes que perseguían la caída del Gobierno de Tailandia fueron obligados por el Ejército y la Policía a poner fin ayer a las protestas, tras dos jornadas de violencia que causaron dos muertos y 123 heridos.

La desmovilización de las protestas contra del Ejecutivo del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, fue anunciada por sus cabecillas después de que las tropas rodearan a los cerca de 2.000 activistas que permanecían en el interior del último campamento rebelde, situado en los aledaños de la sede gubernamental, en Bangkok.

Antes, varios líderes de los “camisetas rojas”, llamados así por el color de las prendas que visten, se reunieron en las proximidades del Palacio de Gobierno con el jefe de la Policía nacional, el general Phatcharawat Wongsuwan, para trazar el plan de retirada, según pudo presenciar el corresponsal de la agencia Efe en el lugar de los hechos.