Efectivos de destacamentos especiales de la policía se encuentran dentro y fuera de los principales edificios públicos de la capital, a los que consiguieron acceder a primeras horas de esta madrugada.

Según Interfax, la policía efectuó disparos al aire y detuvo a varios jóvenes que se habían instalado para pasar la noche junto a una hoguera frente a la sede del Parlamento, tomada por asalto la víspera.

Testigos relataron a la agencia rusa que en las carreteras de acceso a la ciudad hay numerosos efectivos policiales que, por lo visto, tienen orden de impedir el paso de los manifestantes que pudieran llegar a Chisinau desde otras localidades.

Las protestas en la capital comenzaron el lunes pasado tras el anuncio de los resultados de las elecciones parlamentarias del día anterior, según los cuales el gobernante Partido de los Comunistas de Moldavia, obtuvo el 50 por ciento de los votos.

Esos resultados, gracias al sistema de reparto proporcional, dan a los comunistas una amplia mayoría en la Cámara, que es, según la Constitución moldava, la que elige al jefe del Estado.

Los partidos de la oposición denunciaron fraude y llamaron a sus partidarios a manifestarse en las calles de la capital, protestas que ayer degeneraron en graves disturbios, que causaron cerca un centenar de heridos.

Miles de manifestantes, en su mayoría jóvenes, tomaron por asalto y saquearon la sede del Parlamento y la residencia presidencial, pese a que la policía empleó contra ellos vehículos con cañones de agua y gases lacrimógenos.

La televisión moldava informó también de la muerte de una muchacha, al parecer asfixiada por el humo durante el incendio desatado en el Parlamento.

Moldavia, donde hay 4,1 millones de habitantes -otros 600.000 están en el extranjero-, formó parte de Rumanía hasta 1940, fue ocupada por la URSS en la Segunda Guerra Mundial y recuperó la independencia tras la caída del imperio comunista en 1991.

El caos económico y la extrema pobreza -Moldavia es considerada por el Banco Mundial el Estado más pobre de Europa-, hicieron que los moldavos votaran en 2001 a los comunistas, que retornaron así al poder con la promesa de conducir al país a la Unión Europea.

"Abajo el comunismo", "Antes muerto, que comunista", "Queremos estar en Europa", "Somos rumanos" eran algunos de los lemas que corearon los manifestantes en Chisinau.

El presidente y líder comunista moldavo, Vladímir Voronin, acusó a la oposición de intentar perpetrar un golpe de Estado, en un mensaje televisivo a la población.

Voronin llamó "fascistas" a los manifestantes que se enfrentaron a la policía y saquearon el Parlamento y la residencia presidencial, y aseguró que las autoridades "defenderán con dureza la soberanía del Estado moldavo".