OTR/Press / Roma / Madrid

La Conferencia de Alto Nivel sobre la Crisis Alimentaria Mundial organizada por la FAO desde ayer en Roma no sólo supone la ocasión de ver reunidos en un mismo salón a dirigentes de países de casi todas las partes del planeta, sino que deja hueco para los encuentros bilaterales. Uno de los más esperados fue el mantenido ayer por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y su homólogo italiano, Silvio Berlusconi, semanas después de las divergencias acerca de la política contra la inmigración clandestina.

Representantes del Ejecutivo español calificaron de "xenófoba" la iniciativa transalpina de considerar delincuentes a los "sin papeles", pero tras alrededor de media hora de reunión, Zapatero dio cualquier polémica por zanjada calificando a Italia de "país hermano y amigo", adjetivo también utilizado por Berlusconi. "Hemos aclarado que no hay nada entre nosotros, faltaría más", afirmó el dirigente italiano.

Posteriormente, en una comparecencia junto al presidente francés, Nicolas Sarkozy, Il Cavaliere aclaró que "no se puede perseguir a nadie por la permanencia irregular", pero sí puede considerarse un "agravante" si comete un delito.

En opinión de Zapatero, los problemas a los que se enfrenta la sociedad actual se abordarían "con más garantía" si se hiciese de forma coordinada con la UE. "No es que queramos o no queramos hacerlo, o seamos más o menos europeístas, es que estamos obligados a hacerlo", agregó, poniendo a la "cooperación con los países de origen" como método para reducir las llegadas clandestinas y agilizar las repatriaciones.

En referencia concreta a la legislación italiana, Zapatero subrayó que habrá que ver si es "eficaz", cuyo fin es "evitar la llegada" de extranjeros de forma irregular. Agregó que "cada país tiene sus circunstancias", si bien aclaró que España ha conseguido más repatriaciones con su política que otros países del entorno.