Coincidiendo con el trigésimo aniversario de la muerte del dictador español, la Southern Economic Association ha incorporado en su programa una sesión en la que me corresponde exponer las lecciones institucionales del cambio español desde el franquismo hasta la situación democrática actual. Cuando este artículo vea la luz estaremos en Washington D. C. analizando algunas claves del cambio político, económico y social que condujeron a España a un equilibrio institucional más eficiente. Este análisis de la experiencia española sobre bases intelectuales sólidas y renovadas constituye el mecanismo para comprender la historia reciente del país y la propia realidad del mismo en la actualidad.

El cambio español de las últimas tres décadas constituye un buen laboratorio de estudio sobre las relaciones entre cambio cultural, desarrollo económico e implantación democrática. La nueva economía institucional, encabezada por el profesor Douglass North, ha evidenciado el peso de las instituciones para entender el funcionamiento político y económico de un país, y asume que las instituciones reflejan las creencias dominantes en la sociedad. Este enfoque institucional hace relativo el énfasis puesto en las Constituciones por otros enfoques, entendiendo que las Constituciones no son sino textos cuya relevancia viene dada por la capacidad de su implementación y vigencia, y esto depende de los equilibrios políticos y sociales existentes. Por eso, una función principal de toda Constitución es actuar como punto focal del equilibrio político y social, de modo que no hay que temer las reformas constitucionales cuando estas llevan a un equilibrio más eficiente. Sin embargo, cuando los cambios constitucionales no conducen a un equilibrio que incorpore al conjunto de agentes nos situamos en un escenario de alto riesgo.

El análisis del cambio institucional español no se puede ceñir a una estática comparativa entre los marcos institucionales de la dictadura y la democracia, sino que tiene que incorporar la dinámica que conduce desde un escenario a otro. Así, el cambio institucional se convierte en una "variable endógena" que permite explicar el paso de un equilibrio institucional pareto-inferior a uno pareto-superior, en el sentido del profesor Aoki. La muerte de Franco fue el detonante que facilitó trasladar a la esfera política las tendencias sociales y culturales del país, y generar el cambio de equilibrio.

La dinámica del cambio institucional español puede estructurarse en cuatro etapas desde la dictadura franquista a la democracia: A) Las instituciones del franquismo de los años cuarenta se basaron en un Estado depredador y constituyeron un equilibrio inicial que prevaleció en el corto plazo a pesar de su elevado coste de eficiencia político-económica, pero que no resistieron el paso del tiempo. B) La década de los cincuenta supuso una década de adaptación, con tímidos cambios y ciertas tensiones. C) Con el Plan de Estabilización el proceso de cambio institucional modificó ciertas instituciones formales e informales y se generó una etapa de desarrollo económico y modernización social que alteró la matriz de "cuasiparámetros" (sociales, culturales, religiosos). De este modo, se generó un paulatino cambio de creencias y comportamientos que reclamaba mayor espacio de libertad para la sociedad civil. D) La muerte del dictador rompió el equilibrio del Estado franquista y generó un proceso de negociaciones que condujo a la Constitución de 1978. La transición política generó un nuevo equilibrio institucional que incorpora un Estado contractual y permitió una solución estable que ha sido reforzada por las tendencias económicas, sociales y culturales que posteriormente generó. Las instituciones formales adoptadas en la reforma política de democratización se integraron en la senda del cambio institucional español, facilitando la coordinación con las instituciones informales y consolidando un nuevo equilibrio institucional sostenible.

Así, la evolución de la sociedad española durante las tres últimas décadas se desarrolló sin minar aquel equilibrio institucional configurado al fallecer el dictador, y permitió la adaptación continua ante nuevas circunstancias. La consolidación democrática, la descentralización política, la formación del Estado del bienestar o la incorporación al proceso de construcción europea fueron algunos de los procesos que tuvieron cabida en el nuevo equilibrio institucional que se perpetuó.

La transición española ha sido caracterizada como modélica en muchas ocasiones. Sin embargo, es evidente que todos los procesos sociales tienen imperfecciones. Así el profesor Vicenç Navarro ha sostenido que la transición fue incompleta debido al dominio de las posiciones conservadoras que lograron sesgar la cultura política y mediática del país. El análisis de los hechos puede ahora abordar elementos que en aquellos momentos no resultaba viable incorporar, y los cambios sociales, tras casi tres décadas de democracia, permiten que lo haga una sociedad más madura que no debe dejarse crispar. La consolidación de los cambios producidos genera el sedimento propio de una sociedad cultural y democráticamente avanzada, aunque evidentemente hereditaria de su propia historia.

Como señala el profesor Santos Juliá, mientras hace tres décadas el debate político intelectual se centraba en la democracia y las libertades, ahora el protagonismo se desplaza hacia el debate del concepto de nación y la estructura territorial del Estado. Esta es una cuestión relevante que afecta al equilibrio institucional, pero dentro de éste hay margen para una adaptación que sería positiva si permite ganancias generales y no de unos a costa de otros. Porque tras tres décadas de modelo ya sabemos que las instituciones hay que adaptarlas para sobrevivir, pero también que para acertar hay que pasar a equilibrios que generen ganancias y nos alejen del conflicto y la inestabilidad. Esto es lo que se hizo en España hace tres décadas.