En su columna del suplemento semanal del diario "El País", el admirado Juan Cueto Alas hace una alusión, bastante divertida, al uso y abuso, siempre en tono despectivo o insultante, del vocablo "progresía" por parte de lo que él denomina "ciberfachas"; es decir, del sector de opinión que tiene como referente espiritual al airado predicador matutino señor Jiménez Losantos. La referida expresión aún no ha sido admitida en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, pero sirve para aludir de forma coloquial a la gente de ese centro izquierda, evanescente y no proletario, que corta el bacalao de la política, de las finanzas, y de los circuitos culturales, en aquellos territorios donde gobierna el PSOE , solo o en coalición con otros de parecido pelaje. Al menos, así cabe traducirlo, más o menos libremente, de la jerigonza excitada que mana a borbotón de las antenas episcopales. Yo no voy a entrar en el resto de las consideraciones que hace Cueto sobre la evolución política española que, "en virtud del eterno retorno de que hablaba Nietzsche, parece llevarnos en pleno siglo XXI al mito cavernario de las dos Españas". Él lo expresa mejor que yo, y de forma más erudita. Pero si, en cambio, debe hacer algún comentario, acotación, o, como ahora dicen algunos contertulios, "introducir un matiz"(expresión horrible donde las haya), sobre la aparición del término "progresía". Según escribe Cueto, pidiendo perdón por "el tonillo de abuelete", la palabra "progresía" se inventó en una tertulia de la izquierda exquisita que se reunía habitualmente en el Bocaccio de Barcelona. Aquel día, de finales de la década de los ochenta, estaban allí Felix de Azua, Eugenio Trías, Rosa Oriol Regás, Gonzalo Suárez y el propio Juan. Y estando -dice- "divertidamente indignados, por el abuso que cierta izquierda española estaba haciendo de algunos valores progresistas, que habían elevado precipitada y paletamente a imperativo kantiano", se les ocurrió ponerla en circulación "para denominar todas aquellas mitologías que competían con la burguesía desde el lado opuesto". No seré yo quien discuta la buena intención de aquella tertulia erudita ni le discuta el mérito de diseñar la campaña de marketing del tantas veces repetido término, que además debió de ser iniciativa de la fértil imaginación del "comunicólogo" asturiano. La hiperactividad intelectual de Cueto durante muchos años le ha hecho acreedor a ser considerado el Buggs Bunny de la cultura española en el terreno mediático. Hubo un tiempo en que parecía tener el don de la ubicuidad y asomaba en todas partes para hacer burla graciosa de cualquier asunto, Pero de la paternidad del término "progresía" me cabe alguna duda. Una tarde, en Gijón, allá por 1974, el periodista conservador Enrique Prendes me dijo cariñosamente: "¡Ah Carballeira (me llamaba así por mi origen), tú conspira lo que quieres, pero mientras estén con mando en plaza los generales Miláns del Bosh, Campano, e Iniesta, al primer cañonazo sobre la lancha de la progresía vais a pique todos los progres"... Don Enrique, que había pertenecido a las JAP de la CEDA, cuando la República, tenía mucha facundia verbal. También le oí la expresión al escritor y abogado Vizcaíno Casas, pero ahora no me acuerdo si fue a finales de los ochenta o antes.