Un joven de Ribeira falleció junto a otras tres personas en el incendio del pesquero en el que trabajaba en Mozambique el pasado miércoles. El buque, que pertenece a una filial del grupo español Amasúa, empezó a arder el puerto de Quelimane cuando se realizaban unas reparaciones.

Construido en el año 2000 en Huelva con el nombre de Krustamoz II y con base en Maputo, el buque pertenece a la filial que Amasúa tiene junto a una de las mayores armadoras del mundo, China National Fisheries Corporation (CNFC). Precisamente fuentes de esta última firma informaron a FARO que el gallego fallecido, vecino de la parroquia de Castiñeiras, nació en 1983. Además, desde el grupo informaron que su puesto en el barco era el de jefe de máquinas -otras fuentes apuntan a que era mecánico- y que están en contacto con la familia para la repatriación del cadáver.

Medios del país africano explicaron que el joven murió al registrarse un incendio en la embarcación cuando operarios hacían labores de mantenimiento. El siniestro provocó la muerte de otras tres personas, dos ciudadanos mozambiqueños y otros que todavía no ha sido identificado, aunque podría ser de Indonesia. Una quinta persona resultó herida de gravedad.

Un trabajador de la empresa propietaria de la embarcación que acudió al lugar poco después de que se desatara el incendio y declaró que sus compañeros habían estado haciendo trabajos de soldadura en la sala de máquinas y que ese fue el origen del incendio.

Según su testimonio, las víctimas se quedaron encerradas y las llamas se propagaron rápidamente por el interior de la nave, cuyo revestimiento era de material inflamable.

La empresa Krustamoz se dedica principalmente a la pesca olímpica de langostino salvaje, sobre todo en las especies tigre y jumbo. Es competencia directa de Pescanova en el mismo país, donde esta opera con la sociedad Pescamar con 32 buques dedicados a la misma especie.