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Los efectos de la política pesquera comunitaria

Juncker descarta cambiar el reparto de pesca que penaliza a Galicia desde 1986

El presidente de la Comisión asegura que no hay razones para reformar el sistema pese a que solo concede el 7% de cuotas a Galicia, con la mayor capacidad pesquera de Europa

Puerto pesquero de la ciudad holandesa de Lauwersoog. // PxHere CC0

Dinamarca, Reino Unido, Francia, Holanda y Bélgica seguirán siendo los países más beneficiados en el reparto anual de cuotas para las aguas comunitarias aunque no tengan capacidad pesquera para asumirlas ni interés comercial en su explotación. La Comisión Europea acaba de dar carpetazo a la posibilidad de modificar los criterios con los que se asignan los cupos cada año y que no se han modificado en 31 años. Entonces se alteraron para dar cabida a España y Portugal dentro de la extinta Comunidad Económica Europea (CEE). A España le tocaron el 7% de las posibilidades de pesca, porcentaje que mantiene a día de hoy. Es la misma ratio que Holanda; pero este último país cuenta con el 8,3% de la capacidad pesquera de Europa (que se mide en toneladas GT), y la flota española roza el 24%. Y lo ha zanjado el propio presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.

Ha sido en respuesta a una pregunta parlamentaria de la nacionalista Ana Miranda -a través del eurodiputado Josu Juaristi-, y tiene fecha de este jueves. Cuestionado por la "derogación del principio de estabilidad relativa" -es como se conoce al sistema de reparto de 1986-, Juncker ha sido claro. "La Comisión no ve ninguna razón para modificar la política pesquera común, que continuará implementándose en todos sus aspectos", expone, en una comunicación a la que ha tenido acceso FARO. Ni siquiera prevé la posibilidad de alterar el sistema de asignación de posibilidades de pesca con la salida de Reino Unido de la Unión Europea (el Brexit). La flota británica, con la mitad de capacidad pesquera que la española (mayoritariamente gallega), tiene el doble de derechos para faenar en aguas comunitarias.

Los "aspectos" que fundamentan la política pesquera, que según Juncker no serán modificados, son tres: el reconocimiento de los derechos históricos de pesca, el criterio de conservación y el principio de estabilidad relativa. Los tres fueron la base de la primera política pesquera de la UE, en 1983. Cuando España se adhirió el eurogrupo ya estaba el mecanismo en marcha. Nunca se cambió. Sería preciso el acuerdo unánime de todos los Estados miembro para hacerlo, algo altamente improbable, aunque a ojos de Juncker no es preciso abrir el debate al no haber "razones" para un cambio.

Los mismos países que propiciaron el primer acuerdo de pesca en Europa, en 1983, son los mismos que ahora lideran el ranking de posibilidades de pesca en aguas comunitarias. Y los mismos que, en virtud de aquel pacto, tienen las flotas más rentables del continente. Como por ejemplo Bélgica que, con solo 80 barcos en todo el país (cuatro de ellos inactivos), genera un valor añadido bruto de 125.000 euros por tripulante, tres veces por encima de los buques gallegos. O Holanda, que supera los 100.000 euros pese a dejar sin faenar casi 25.000 toneladas de solla al año con más de cien millones de valor comercial.

Respecto al Brexit Juncker asegura que las consecuencias para el sector pesquero "se tratará" en la segunda fase de las negociaciones". "La Comisión es totalmente consciente de las posibles consecuencias del Brexit en el sector. Sin embargo -continúa-, en esta fase inicial de las negociaciones, es precipitado especular acerca de temas concretos". "Es una falta de anticipación a unas consecuencias gravísimas", lamenta Ana Miranda, para quien el Brexit "podría ser la oportunidad de tener cierta equidad con la flota gallega y un reparto justo" de posibilidades de pesca. "Debemos presionar a los Gobiernos, de la Xunta y del Estado, para que se muevan", zanja.

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