De la mayor parte de los cuidados a dependientes se hacen cargo personas que no cobran por ello. Es lo que se conoce técnicamente como "ayuda informal" y es la única que reciben la gran mayoría de estos pacientes -el 70%-. Se trata de una función diaria que suele asumir un miembro de la familia; sobre todo, mujeres; y que provoca un desgaste considerable. Es algo que ya percibían los profesionales en las consultas de los centros de salud, pero un grupo de investigadoras del área sanitaria y de la Universidad de Vigo han querido demostrarlo con cifras. Han constatado que tres de cada cinco sufren una sobrecarga intensa. Alertan de la necesidad de que los programas sociosanitarios atiendan de forma conjunta al paciente y a su cuidadora.

El estudio está liderado por la trabajadora social Ana María Rodríguez González, que ejercía en un centro de salud del área durante la recogida de datos y, en la actualidad, lo hace en Cantabria. Participan también profesionales de Primaria de Vigo, Tui, Nigrán y A Guarda, así como la profesora de Economía aplicada Eva Rodríguez Míguez.

Para la investigación se analizó la situación de 97 cuidadoras sin remuneración captadas en 24 centros de salud del área de Vigo. Una abrumadora mayoría -el 95%- son mujeres y casi la mitad son hijas del dependiente. Aunque la horquilla de edad oscila desde los 24 a los 82 años, su edad media es de 55.

Las dependientes a los que atienden también son mayoritariamente mujeres y, normalmente, de edad avanzada -un 88% supera los 65 años- y más de la mitad presenta tanto enfermedad física como mental. Una de cada cinco se opone, "incluso con agresividad", a los cuidados que recibe. Este es uno de los principales factores que incrementa la sobrecarga de las familiares que las asisten. El grado de parentesco también afecta. Cuanto más alejado sea, peor.

Otro de los factores es el tiempo que dedican a estas labores. Son 6 horas y 45 minutos de media al día y casi la mitad se destina a actividades básicas de la vida diaria, de las que no se puede prescindir.

También influye la salud de la cuidadora y la gran mayoría -un 82%- tienen alguna enfermedad crónica. Las más habituales son las musculoesqueléticas, seguidas por las psicológicas o psiquiátricas y las cardiovasculares.

Por todo ello y ante el convencimiento de que el modelo de cuidados informales seguirá siendo el mayoritario a corto y medio plazo, las autoras del estudio alertan de la necesidad de que los profesionales sanitarios traten de prevenir las situaciones de sobrecarga e identifiquen las existentes. Dado el poco tiempo del que disponen en las consultas de los centros de salud, proponen detectarlo con dos preguntas cortas sobre la agresividad del dependiente y las horas que le dedica. Reclaman que los programas sociosanitarios destinados a estos pacientes tengan una visión integradora en la que se incluya también a la cuidadora.

Una de las autoras del estudio, la doctora Ana Clavería, explica que el nivel de sobrecarga detectado "es bastante alto" y "puede estar relacionado con la infradisponibilidad de las ayudas", entre las que incluye desde residencias y centros de día hasta subvenciones económicas o programas de ayuda en el hogar. "Hay más necesidades de las que se están financiando", advierte.