Cruz Roja da cobijo en la ciudad a refugiados desde agosto de 2016, cuando habilitó dos viviendas unifamiliares -las primeras en la provincia- con plazas para alojar a once personas. Desde entonces, por estas instalaciones han pasado 33 extranjeros, solicitantes y beneficiarios de protección internacional. Siete meses después, sumaron dos pisos en Vilagarcía, de los que se han beneficiado 24 ciudadanos.

Es el Ministerio de Empleo el que asigna estos refugiados. Son personas a las que se da protección porque su vida corre peligro en su país de origen. Los que han pasado por las instalaciones de Cruz Roja en Pontevedra proceden de Honduras, El Salvador, Ucrania, Pakistán, Costa de Marfil o Venezuela, entre otros. También hay una familia siria ahora en Vilagarcía.

La coordinadora del programa asilo y refugio de la organización en la provincia, Carmen Matos, cuenta que suelen venir en familias, desde parejas hasta seis miembros. Ahora tienen a trece, con 9 niños.

Las cuatro viviendas y el futuro centro del Casco Vello sirven para darles una acogida temporal de seis meses, durante los que se les presta otro tipo de apoyo enfocado a que logren ser autónomos. Les prestan asistencia psicológica y legal, les enseñan el idioma y les ayudan con traducciones y todo tipo de tramitaciones, desde el empadronamiento hasta la inscripción en el INEM. Este soporte continúa en la segunda fase, de otros seis meses, en viviendas independientes, para las que también contribuyen económicamente si es necesario. "La gente va encontrando trabajo", indica Matos.