Un vertido de fecales al riachuelo que desemboca en la playa de Serral, a finales de agosto, llevó al Concello a desaconsejar el baño hasta octubre, cuando preveía que se le pusiera remedio. Cumplido el plazo, vecinos de la parroquia de San Miguel de Oia denuncian que se mantienen los derrames contaminantes a este arroyo. Cuentan que son especialmente evidentes ahora que baja casi seco hasta el entorno del Club de Campo. Antes del cruce del cauce con la Rúa Canido son visibles los residuos y resulta perceptible su hedor.