Objetivo cumplido. El equipo de DisCamino coronó ayer su sexto puerto de montaña en los Pirineos y pone fin a una de sus mayores aventuras de los últimos años. El pequeño pelotón encabezado por el agente vigués Javier Pitillas y que cuenta con cuatro personas con movilidad reducida, escribió su nombre en la historia de la cordillera situada entre Francia y España. Todavía fatigada, la expedición celebra la hazaña conseguida y ya piensa en nuevos objetivos para el año que viene. "Estamos muy felices porque no ha sido fácil y ha habido momentos realmente duros. Tras la primera etapa tuvimos serias dudas de que pudiésemos realizar todas las ascensiones, pero la fuerza de voluntad de todos estos muchachos es capaz de derribar cualquier montaña", apunta Pitillas.

Pese haber subido a puertos de la talla del Tourmalet, Aubisque o Luz-Ardiden, la ascensión de ayer a Hautacam fue la más exigente de todas. "Es una montaña durísima. Tiene la pendiente media más elevada y algunas de sus rampas llegan al 13%. Además acumulábamos el desgaste de las jornadas anteriores", relata el agente.

Además de la inolvidable experiencia, el equipo se lleva el cariño de las decenas de corredores que cada día se acercaban hasta ellos para darles ánimos y calor. "El comportamiento de los corredores ha sido espectacular. Me quito el sombrero con ellos porque muchos se interesaron por nuestra historia y se les veía realmente emocionados", explica el policía.

Hoy mismo una parte de la expedición regresa a Vigo en una de las furgonetas desplazadas, que volverá el martes hasta Roncesvalles con nuevos inquilinos para completar los más de 800 kilómetros que separan la localidad navarra de Santiago de Compostela. "Tardaremos prácticamente dos semanas en cubrir la distancia, pero tenemos todavía muchas energías que ofrecer", comenta Pitillas.

Para el próximo año quedan otras aventuras como el Rocío, una peregrinación desde Roma o la primera vuelta ciclista adaptada que se celebrará en Cádiz.