La asociación española de traductores ha vuelto a fijarse en la cantera viguesa. Santiago García, profesor del máster en Traducción Multimedia y responsable del equipo lingüístico en la compañía madrileña KiteTeam, lideró el equipo ganador del premio ATRAE 2016 a la mejor traducción de videojuego por "Rise of the Tomb Raider", de la saga Lara Croft. Y su grupo incluye a otro profesional formado en el campus, David Fernández. "Me ha alegrado especialmente porque es una distinción que conceden los compañeros y supone un reconocimiento a la manera de trabajar en la empresa", celebra.

-¿Qué distingue a KiteTeam?

-Fue fundada a finales de 2014 pero está formada por profesionales que llevan muchos años en el sector. Somos distintos porque buscamos una relación muy directa y personal con el cliente. Nuestro modelo es el de la boutique frente a la gran cadena de ropa. El sector de los videojuegos es muy opaco en ocasiones, porque hay muchos intermediarios y material confidencial que los clientes son reacios a compartir para evitar filtraciones. Es lógico teniendo en cuenta que llegan a tener presupuestos de 20 o 50 millones de dólares y centenares de personas detrás. Nosotros queríamos paliar estas carencias y también abrir el diálogo entre traductores, revisores o terminólogos que muchas veces no se producía.

-¿Ha aumentado la exigencia del jugador?

-A veces resulta complicado diferenciar un juego de una película y la exigencia de los jugadores ha ido aumentando de forma paralela a la capacidad técnica. También en la traducción. El sector empezó siendo el patito feo de la industria audiovisual pero hoy en día mueve mucho. El jugador tipo en España tiene treinta y pico años y un poder adquisitivo relativamente alto. Somos los que empezamos con el spectrum en los 80 o con la nintendo en los 90. Y cuando se filtra que alguno de los grandes títulos no va a ser traducido los usuarios montan en cólera. La exigencia de consumir en tu lengua siempre está ahí y en España se trabaja muy bien en la traducción y localización.

-Una exigencia que requiere de profesionales que estén a la altura como los que forman en el máster.

-España tiene bastantes desarrolladoras pero muy pequeñitas. Producen menos del 5% de lo que se comercializa, el resto viene de fuera y hay que traducirlo. He tenido el honor y la fortuna de encargarme de la materia de localización de videojuegos desde la primera edición del máster, que este año ha llegado a la séptima, y en general los resultados son muy buenos, no solamente académicos, sino también en la incorporación al mercado laboral. Los premios ATRAE han distinguido en varias ocasiones a alumnos del máster o de la carrera como Alicia Vega, Ramón Méndez o Alba Calvo. Es una satisfacción cuando el contacto que te llega para un proyecto es de un antiguo alumno que está en Japón o Reino Unido.

-Por tanto, también son demandados fuera...

-Las grandes comercializadoras tienen sus oficinas en Londres, París o Frankfurt y ahí hay gente que pasó por Vigo. Yo confío en que el germen de la industria nacional salga adelante y pronto sea un árbol robusto de producción.

-¿Vigo fue pionera en ofrecer esta formación?

-El máster de la Autónoma de Barcelona lleva más años y fue el espejo en el que mirarnos un poco, pero sin ningún tipo de complejo, podemos decir que hay gente muy bien formada y capacitada para dar clase. Aunque la apuesta de la Universidad por los profesores asociados no es la que debería, el objetivo del máster es que junto a primeros espadas de la investigación como Ana Pereira, Lourdes Lorenzo o Pablo Romero, también den clase profesionales externos como yo o Manuel Mata, especialista en traducción de webs, o Marta Vázquez, experta en voces superpuestas. El objetivo es ofrecer una formación sólida, muy actualizada y ajustada al perfil de las empresas. Es un motivo de orgullo que la Universidad de Vigo, además de por las ciencias, también sea reconocida por sus humanidades en un sector tan pujante y dinámico como el de los videojuegos.

-Y demuestra que siguen necesarias en el mundo actual.

-Yo diría que indispensables. En el mundo global de hoy a veces nos quedamos con la anécdota de una mala traducción, pero es una labor clave para el entendimiento de las sociedades y culturas. La traducción literaria es solo una parte mínima de todo el trabajo diario en ámbitos tan importantes como la UE, el comercio internacional, los tribunales o la atención a los refugiados en hospitales.