Nueva York tiene La Gran Manzana, Madrid La Latina, Barcelona El Born y Vigo el Casco Vello. Nada que envidiarles y sí mucho que ofrecer. Resulta difícil encuadrar al barrio vigués dentro de una denominación única. Zona de tapas, de restaurantes, de ocio, de copas, de marcha. A estos establecimientos se suman tiendas de alimentación, floristerías, fruterías... Todo tiene cabida en estas 35 hectáreas de superficie.

En los últimos dos años la actividad del Casco Vello ha crecido en cincuenta negocios. El emblemático corazón de la ciudad ha recuperado su dinamismo gracias a la apertura de nuevos establecimientos, la gran mayoría relacionados con la hostelería. Sus estrechas calles empedradas y adoquinadas, rodeadas por históricas e inusuales fachadas, se revelan ahora como la cuna brillante de la hostelería viguesa. Mientras la crisis cuelga el cartel de "Se vende" o "Se traspasa" en locales de otras zonas de la ciudad olívica, en el casco histórico restaurantes, cervecerías o hamburgueserías no solo prosperan, sino que cada año suma nuevas aperturas sin aparentes conflictos de competencia.

Un ejemplo de ello lo encontramos en el local Lume de Carozo, situado en la calle Joaquín Yáñez. Este bar/tapería lleva seis años abierto y uno de sus dueños, Juanjo Figueroa, ha sido protagonista en primera persona del crecimiento que ha experimentado la zona en los últimos años. "Lo que le ha dado vida a este lugar es la enorme calidad que se ve en ellos. Somos muchos y todos se esfuerzan por ofrecer algo diferente. La profesionalidad hostelera aquí es brutal y eso la gente lo nota. Si en la zona solo hubiera un bar bueno y todos los demás malos, todos irían a ese y al final se cansarían y el barrio moriría, pero aquí eso no va a pasar porque todos tienen una calidad impresionante", explica Figueroa, quien añade que "un poco más de ayudas a los comercios sería la guinda del pastel".

El Casco Vello lleva acogiendo a muchas generaciones de vigueses en sus calles. Casados, con niños o personas más mayores eran sus predilectos. Esta tendencia ha cambiado por completo.

Maxwell Méndez, joven trabajador del mesón Juanita, bajo el Arco de Quirós, reconoce que el ambiente de la zona dio un cambio tan bueno y positivo que se ha convertido en referencia de ocio para muchos jóvenes."Antes con mis amigos siempre salíamos por la zona de Areal o Churruca para beber, tomar una copa y así. Ahora ya no. Venimos a cenar por aquí, en los restaurantes que están muy bien y ya en la misma zona te puedes tomar un copazo. Al haber tantos sitios, siempre puedes variar, a nosotros nos gusta mucho", apunta este hostelero.

Otra de las grandes ventajas de los establecimientos del Casco Vello es su relación calidad-precio. Ana Toyos es una habitual de los locales del barrio y no pierde la oportunidad de pasarse un fin de semana por alguna de las terrazas. "Soy viguesa y siempre que he salido a tomar algo voy a esa zona. Cuando vienen amigas de fuera a ver la ciudad también las llevo a estos bares y a todas les gusta", comenta. Su compañero de cañas, Jaime Bargiela, va un paso más allá. Está estudiando hostelería en Amsterdam y confiesa que lo que más echa de menos de Vigo es irse de pinchos con sus amigos por el Casco Vello. "Rara era la semana que no buscábamos un día para quedar todos e ir a tomar algo aquí. Es una zona muy agradable, con muchos bares que, si te cansas de uno, pues te vas a otro; todos son baratos y se come genial", razona el joven vigués.

Los fines de semana son los días claves para los hosteleros. Independientemente del mes del año, sus locales se abarrotan hasta el punto de tener colas de casi una hora en la puerta. "El verano sin duda es cuando más nos favorece, porque igual estamos todos los días con gente, pero si vienes un sábado o un domingo, da igual el mes y la semana, estamos llenos seguro", explica Antonio Gómez, dueño del Juanita. Lleva poco más de medio año abierto y su experiencia en la zona le ofrece grandes expectativas.

Otros bares han sido testigos de este boom de negocios como es el caso del Café Grettel, en la plaza de la Constitución. Rebeca Lires lleva varios años trabajando aquí y es otra testigo de la expansión del Casco Vello. "El boom de los negocios es brutal, pero es brutal porque viene muchísima gente, no solo los bares están contentos, también el resto de negocios saben que un gran número de público mirarán sus tiendas y sus productos. Muy pocas tiendas de por aquí cierran", asegura.

Si la tarde/noche pertenece a los bares y coctelerías, el día es de los restaurantes y tiendas de regalos que ofrecen a los clientes, en su mayoría turistas, sus más frescos pescados y mariscos y los mejores recuerdos de Vigo. Este verano, y también durante el mes de octubre y lo que llevamos de noviembre, pasaron por el puerto vigués 54 cruceros con cerca de 100.000 personas a bordo. Estos turistas demandaban Casco Vello y raro era el día de verano en el que la calle de las Ostras no estuviera a rebosar de gente en busca del mejor recuerdo gastronómico, porque a pesar de que el Casco Vello viva una eclosión de negocios, bares y locales, lo cierto es que este también ha sido un año complicado para uno de sus emblemas.

A Pedra se recupera

El corazón del mercado de A Pedra parece que poco a poco vuelve a latir, aunque al ralentí. El precinto y cierre de los 44 negocios que conforman el mercado, motivados por una operación policial contra la falsificación y piratería, afectó gravemente a la zona. No solo los propios comerciantes fueron los perjudicados, sino que sus compañeros colindantes también padecieron las consecuencias. A día de hoy, parece que esta popular zona recupera poco a poco su esplendor y sus bares y restaurantes comienzan a la olvidar las pérdidas, al igual que los propios negocios del mercado, que comienzan a abrir sus primeras tiendas y a trabajar al ritmo de antes.

Otro aspecto que también anima a la gente a frecuentar los más de 120 locales gastronómicos del barrio histórico son los concursos de tapas. Innovar y ofrecer algo diferente aunque sea en un corto espacio de tiempo es algo que los vigueses y viguesas agradecen, aunque tampoco sin abusar. "Los concursos son un reclamo estupendo, te obligan a superarte y a crear algo nuevo. Pero tampoco podemos hacer uno al mes o algo por el estilo, sino lo que es novedoso pasa a convertirse en rutinario y sale al revés de como queremos", argumenta Jose Argibay, dueño de La Contenta, en Joaquín Yáñez. Este hostelero destaca dos aspectos que inyectaron vida a la zona. "Por un lado, la sesión vermú. Desde que esto se puso de moda, muchos padres y adultos se vienen por aquí a tomar su cañita, y luego que esos mismos padres con niños pueden tomar algo tranquilos mientras los peques juegan por calles por las que apenas se ven coches", señala.

La única pega que ponen los hosteleros del barrio antiguo de Vigo es que de lunes a miércoles la afluencia de público se reduce de manera importante. Por ello, algunos empresarios optan por cerrar dos o tres días a la semana y evitar así ciertos gastos. Otros echan mano del ingenio con iniciativas singulares o a golpe de bajar los precios. Ya hay varios que abaratan los vinos y las cañas durante los primeros días de la semana para atraer a la clientela.