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Fue noticia en 1890

Una herencia histórica

José Policarpo Sanz Souto dejó en su testamento la orden de construir el Instituto Santa Irene y el actual Hospital Nicolás Peña

Policarpo Sanz. // FdV

José Policarpo Sanz Souto nació en Marín, pero pasó toda su infancia en Vigo, lo que le dejó un profundo sentimiento en su vida. Era hijo de Diego Sanz, un peluquero de Tui, y Antonia Soto. Vivieron en la ciudad hasta que decidieron emigrar a Cuba. Allí José Policarpo Sanz encontró trabajo en un banco. Tras unos primeros meses desarrollando diversas tareas, ocupó el puesto de cajero, uno de los de mayor responsabilidad. Eso le permitió ver nuevos horizontes y se trasladó a Nueva York junto a Irene de Ceballos, su acaudalada esposa. Iniciaron varios negocios con los que lograron reunir una fortuna.

Pero José Policarpo Sanz no se olvidaba de Vigo. De forma habitual se interesaba por los problemas que padecía la ciudad que le acotó en su infancia. Solía enviar donaciones a las diversas instituciones benéficas, con especial atención a aquellas que se ocupaban de los niños.

Antes se había ocupado también de los emigrantes. Creó la Sociedad de Beneficiencia junto a García Barbón. Está considerada como la primera asociación de personas que debieron abandonar el país en busca de trabajo.

Pocos se podían imaginar lo que sucedería tras la muerte de José Policarpo Sanz Souto. Su testamento, firmado ante un notario de Nueva York un año antes de fallecer, fue leído en una sesión extraordinaria del Ayuntamiento de Vigo. En el mismo dejaba claros sus deseos, que debían ser gestionados por su esposa. Destinaba 200.000 duros de la época para la construcción de un colegio para acoger a 200 alumnos y que sería gratuito para todos ellos. Es el actual Instituto Santa Irene. Antonio Cominges fue el arquitecto que lo diseñó y desarrolló. Fue inaugurado de manera oficial en 1927. El ayuntamiento eligió la ubicación y proporcionó los terrenos. Para José Policarpo Sanz era importante este centro. Quería que los niños recibieran la educación que él no tuvo.

Otros 100.000 duros se destinarían a un hospital para pobres. Es el actual Nicolás Peña, ubicado en la calle Camelias. Fue el primer centro médico en España que dispuso de una máquina de rayos X.

El otro gran legado fue la donación de las cien cuadros que formaban parte de su colección privada. Quería se que mostraran en el Instituto Santa Irene. Sin embargo, fueron a parar al museo de Castrelos. Entre las obras figuraban cuadros de Rubens y Goya. Se especuló que eran falsos, pero se logró demostrar su autenticidad.

Fue en 1891 cuando fueron trasladados a Vigo los restos mortales de José Policarpo Sanz, que había fallecido en Madrid. Se organizó una comitiva que recorrió casi toda la ciudad hasta llegar a Pereiró. Las crónicas de la época confirman a miles de personas en las calles. La comitiva se detuvo en la actual calle que lleva su nombre y se descubrió una placa. Esa vía se había llamado antes Ronda, carretera de Pontevedra y también Circunvalación. Desde ese momento quedó como Policarpo Sanz. La céntrica calle era una de las más importantes y en la misma se desarrollaban numerosos actos y desfiles, además de ser sede de varias instituciones.

Alejandro Curty, un pintor vigués que realizó un retrato para exponerlo en una importante joyería del centro de Vigo. Por su escaparate pasaron cientos de personas, incluyendo las más destacadas autoridades de la época.

José Policarpo Sanz murió a la edad de 48 años. Su legado a la ciudad, en forma de testamento, es considerado como uno de los más importantes de la historia, tanto por su valor simbólico como artístico y social.

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