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El futuro de un mercado emblemático

Un año del precinto que llevó a A Pedra a la agonía

Doce meses después de la redada, el mercado intenta retomar su actividad con 36 de sus 47 de locales cerrados por la clausura o desánimo de los comerciantes

El miércoles 15 de octubre de 2014 amaneció con buenas noticias para los comerciantes de A Pedra. El atraque del buque Independence of the Seas -un "gigante" con una eslora de casi 339 metros y más de 4.000 pasajeros a bordo- presagiaba un día jugoso, de los que alegran la semana o incluso el mes. Lo que desembarcó en el mercado no fue sin embargo un tropel de cruceristas con las carteras llenas, sino una marea de policías -alrededor de un centenar- que protagonizó la mayor macrorredada que se recordaba en el barrio. Solo un mes antes se había hecho público que EE UU había incluido a A Pedra en la Notorius Market List, su "lista negra" de la piratería, en la que se incluyen grandes bazares de falsificaciones de Asia o Sudamérica.

En el marco de lo que más tarde se desvelaría como "Operación Cuarzo" contra la venta de prendas falsificadas, los agentes pasaron como un tifón por el mercado. Meses después, al hacer balance del dispositivo policial, se desveló que esa jornada se habían incautado 22.000 prendas supuestamente falsificadas y dieron los pasos para imputar a 60 personas, bloquear 1.100 cuentas bancarias e incluso 38 vehículos y más de un centenar de inmuebles. El efecto más palpable, sin embargo, fue la clausura de 53 puestos -36 locales del mercado, seis almacenes, cinco en las mismas instalaciones y seis bazares-. Los policías sellaron sus puertas y las marcaron con vistosas cintas que daban fe del precinto. De la noche a la mañana, A Pedra entró en un coma profundo. Hoy, un año después, el mercado ha salido de ese estado. Ha recuperado la conciencia, pero sigue postrada, con un pulso trémulo y cicatrices que constatan el daño que se le ha sido infligido. De esos 47 locales, 36 siguen cerrados, bien por orden judicial o por el desanimo de sus titulares.

A pesar de lo espectacular que había sido la puesta en escena el 15 de octubre, tras la macrorredada comerciantes de A Pedra y el entorno confiaban en que se les permitiese volver a sus negocios. No era el primero ni el segundo despliegue policial. Asumían que se les daría un escarmiento, pero ni los autónomos más pesimistas creían que la clausura se fuese a prolongar más allá de unas semanas. Sin embargo las semanas llegaron, y pasaron. Se cumplió un mes. Y el segundo. Y el tercero. Y el cuarto y el quinto... Al comprobar que el precinto judicial seguía, los comerciantes decidieron movilizarse y hacer público lo que consideraban un "castigo excesivo". Para visibilizar su malestar, todos los viernes acordaron desplegar una pancarta -primero en el propio mercado, después frente al edificio de los juzgados- exigiendo la reapertura. "No tengo ayudas ni ingresos, lo que necesito es volver a trabajar", apuntaba en enero, con tres meses de clausura, una de las afectadas. Aunque sus negocios estaban cerrados, para conservar el derecho sobre ellos, cada uno de los autónomos debía seguir abonando el canon, las facturas de electricidad, agua y seguridad... Además de los costes de abogados y procuradores del proceso.

Con el paso de los meses el daño sin embargo se fue filtrando al resto de negocios de A Pedra, situados en los bajos del mercado o en calles vecinas, y que nada habían tenido que ver con la causa. En marzo José Rodríguez, propietario de una cafetería y un ultramarinos en la planta baja del recinto, explicaba que había tenido que despedir a dos empleadas tras desplomarse su afluencia de clientes "entre un 50% y 60%". Su caso era similar al de otros establecimientos del entorno. En junio la joyería Pato -situada en la parte alta del mercado y que había permanecido abierta durante todo el tiempo- decidía dejar A Pedra y trasladar toda su actividad al resto de sus negocios. "Los excursionistas ven cerrados los puestos y se van", lamentaba su gerente.

La primera "victoria" de los comerciantes llegó en marzo, cuando la Audiencia Provincial permitió a la asociación que los engloba, "Vigo Vello", abrir y acceder a las zonas comunes. Poco después, a principios de junio, la Audiencia daba su placet para que abriese sus puertas el primer negocio afectado por la macrorredada: el bazar Guay, un establecimiento situado fuera del recinto del mercado. En su auto el órgano provincial concluía que el cierre cautelar durante siete meses resultaba "desproporcionado". Dos meses después -a finales de julio- llegaba desde la Audiencia la tercera noticia positiva, la más importante hasta entonces. La institución apuntaba que los motivos que justificaban el cierre cautelar "han ido perdiendo intensidad" y alertaba de que el proceso judicial podría prolongarse "bastante". En conclusión, estimaba el recurso presentado por uno de los afectados y autorizaba el desprecinto de uno de los locales de A Pedra y un almacén situado en Cárcere Vella.

Ese auto fue clave. Los argumentos que en él esgrimía la Audiencia para autorizar el desprecinto eran -según los comerciantes afectados- aplicables a muchos otros casos. El mismo día en que se hizo público el escrito, sus abogados se dirigieron a la jueza de refuerzo de Instrucción 3 para solicitar la reapertura de los casi 40 locales que permanecían cerrados. Poco después, a principios de agosto, la magistrada adoptó el criterio de la Audiencia y notificó la reapertura de puestos. El 10 de agosto una decena de agentes de Aduanas se presentó en el mercado para desprecintar una docena de locales. La imagen, emocionante para muchos de los afectados, no supuso sin embargo el fin del "coma" de A Pedra. Quedaban todavía muchos negocios cerrados a cal y canto por orden judicial y el colectivo anunció que no abriría hasta que todo el mercado recuperase su pulso.

En el seno de "Vigo Vello" se debatían desde hacía meses varias opciones para reorientar el mercado, como convertirlo en un outlet especializado en la venta de productos gourmet o merchandising. Los desprecintos de principios de agosto intensificaron esa reflexión conjunta, que buscaba -en palabras del gerente del colectivo, Anxo Méndez- que "no vuelva ocurrir" algo similar a lo del 15 de octubre. De momento ninguno de los proyectos ha cuajado y algunos de los comerciantes con permiso para abrir han optado por volver a sus mostradores. A mediados de septiembre dieron el paso dos y la semana pasada les siguieron otros tres. El colectivo confía en que poco a poco levanten su verja la quincena de locales desprecintados.

Quedan sin embargo más de una veintena de locales cerrados. Según los datos que manejaba Méndez hace dos semanas, una decena de locales siguen precintados y otros 11 están en manos de "Vigo Vello", heredados de comerciantes que renunciaron a ellos asfixiados por las facturas. "El daño que se ha hecho a A Pedra es injustificado", lamenta el gerente, quien alerta además del "descrédito comercial". El impacto de la "Operación Cuarzo" llevó a la Oficina Española de Patentes y Marcas a celebrar en Vigo el Día Mundial Antifalsificación 2015. Durante la jornada la actuación en A Pedra ocupó un lugar destacado y se llegó a calificar su actividad como "una vergüenza". Desde entonces se ha archivado la causa contra 10 imputados al "no aparecer justificado" el delito.

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