Unas de las principales constructoras del país, OHL, ejecutará la obra llamada a desterrar la imagen de siniestra y peligrosa de la autovía Vigo-Porriño. Con un presupuesto de 5,1 millones de euros y 19 meses de plazo, la oferta de la compañía de Villar Mir ha recibido la mejor puntuación de todas las presentadas al concurso convocado por el Ministerio de Fomento, y será, según aseguran fuentes conocedoras del proceso, a la que se adjudiquen los trabajos. Con la realización de este proyecto, el más ambicioso desde la entrada en servicio de esta vía de comunicación clave para Vigo y su área, la A-55 sufrirá una transformación radical. Desde la remodelación de los principales accesos, pasando por nuevos viales de servicio y una rotonda, hasta la ampliación del trazado central en los puntos conflictivos así como la supresión de ramales en curvas tan temidas como la de Tameiga.
Con la propuesta de adjudicar a OHL la reforma de la autovía a Porriño su coste se rebaja un 31% con respecto a lo presupuestado por el departamento de Ana Pastor para esta licitación, de 8,2 millones de euros (IVA incluido). Como adelantó FARO la semana pasada, la complejidad de la obra reside en acometerla de manera que cause la menor incidencia posible en el denso tráfico que soporta el vial. Por esta razón se abordará progresivamente a lo largo de sus 14 kilómetros pero a medida que concluyan los trabajos en diez subtramos. Las previsiones de las citadas fuentes sitúan el arranque de las obras este otoño, comenzando por los kilómetros ubicados en término municipal vigués. Por ejemplo, a la altura del enlace de Bembrive se añadirán carriles de aceleración y deceleración.
El núcleo de comunicaciones del Meixoeiro, con ese anillo sobre la A-55 que canaliza el tráfico hacia Cabral, el hospital y el parque comercial, sufrirá una importante reordenación. Una de las medidas propuestas por la Dirección General de Carreteras consiste en eliminar los carriles de incorporación a la autovía desde este punto hacia Mos para conectarlo con el vial de servicio que se extiende unos 200 metros hacia los concesionarios de Nissan y Citroën. Próximo a este punto, donde se ubica la salida hacia Cabral y el campus universitario, está prevista una nueva pasarela peatonal para garantizar el tránsito de los vecinos entre ambas márgenes.
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Por su trágica consideración de "punto crítico", la curva de Tameiga, en el kilómetro 10 de la autovía ubicado en el municipio de Mos, figura entre los tramos que más atención ha recibido por parte de los ingenieros de Fomento. El proyecto licitado plantea la supresión del ramal de aceleración del margen izquierdo en sentido Vigo por su reducida visibilidad y diseña una nueva salida 500 metros más adelante conectada a una glorieta para mejorar el acceso de los residentes a sus viviendas. Dentro de la mejora integral de la señalización vertical y horizontal, pero como refuerzo a mayores de la seguridad en estos tramos en curva, se colocará un balizamiento luminoso.
La A-55 ganará holgura tras esta profunda remodelación no solo con el replanteamiento de las salidas y de los carriles de servicio, la demolición de muros y medianas. Fomento ha expropiado más de un centenar de fincas en Vigo y Mos bordeando las zonas con mayor índice de siniestralidad, lo que permitirá ampliar el eje central de la carretera.
También para aminorar las molestias causadas durante el año y medio de obras en los vecinos del entorno está prevista la instalación de pantallas acústicas.
Tráfico similar al de Rande: 57.000 vehículos diarios
- El puente de Rande y la autovía a Porriño soportan tráficos equiparables y hasta sufren problemas muy similares. Por el emblemático viaducto llegan a circular a diario durante agosto, el mes de mayor movimiento, unos 61.000 vehículos; la A-55 registra 57.869 en el tramo Porriño-Alto de Puxeiros, y 38.391 entre este punto y Vigo. Curiosamente, en ambos viales coincidirán en el tiempo importantes obras promovidas por Fomento. Y aunque de muy diferentes características y motivadaspor distintas circunstancias -en Rande,una ampliación por la incapacidad de absorber más tráfico; en la autovía, la reforma por la elevada siniestralidad-, de estas actuaciones se espera que ponga fin a los monumentales atascos que se generan cada vez que se producen un accidente. Tal vez por el ingente número de vehículos que transitan por su errático trazado, la A-55 es igual de sensible que el viaducto a cualquier incidencia en la calzada. Al mínimo percance surge una retención igual de kilométrica que en Rande, solo que los siniestros en el puente no revisten la gravedad de los de la autovía.
