Mal mes junio para los vigueses con miedo a las serpientes. El repunte del termómetro tras semanas y semanas de lluvia y bajas temperaturas ha sacado a las culebras de sus escondrijos ávidas por encontrar comida. Y lo ha hecho además con una intensidad que asombra a los expertos. En lo que va de mes los agentes de la unidad del Medio Ambiente de la Policía Local -la bautizada como UMIR- rescataron de fincas, calles, jardines e incluso casas repartidas por toda la geografía de la ciudad 14 culebras, casi tantas como las que "cazó" durante todo 2013 -cuando se contaron 17- y más del doble que en junio del pasado año.

A pesar de esa "avalancha", Troncoso, uno de los veteranos de la UMIR en la "caza" de serpientes, llama a la calma. "La mayoría de las especies autóctonas no son venenosas", apunta el experto. Sí hay excepciones: dos víboras, en concreto, que pueden provocar serias complicaciones a la salud. Sobre todo, si el mordisco se concentra en una arteria o nervio. Con sus casi veinte compañeros de unidad, Troncoso afronta la delicada labor de reducir a los reptiles con la ayuda de pinzas y guantes especiales, enjaularlos y devolverlos a la naturaleza. En los casos de especies exóticas o ejemplares heridos, los ofidios se trasladan al centro de recuperación de la fauna silvestre de Cotorredondo.

"Cuando alguien encuentra una culebra lo que debe hacer es avisar a la policía de inmediato, en ningún caso intentar cogerla" -remarca Troncoso- "El auténtico peligro en estos casos está en el desconocimiento". Para poder desarrollar con seguridad su trabajo, los policías de Medio Ambiente cuentan con dos grandes aliados: una completa y continua educación, con cursos de reciclaje impartidos por expertos; y material profesional, como ganchos y pinzas con mango, que les permite acceder a los lugares más complicados. La última "misión" en la que tuvieron que aplicar esas herramientas se registró el martes en una casa de Camiño Petón, en el barrio de Cabral, donde se localizó una serpiente "escalera".

"A veces el mayor reto lo representa el sitio en el que se esconde la serpiente", concuerdan los agentes Pablo y Rubén, quienes recuerdan casos en los que la culebra se había enroscado en motores de coche o incluso en las ramas de un árbol. "Se movía con rapidez y era muy difícil cogerla", ilustran. La gran amenaza en esos casos es que el ofidio pase a una vivienda o jardín vecinos. La UMIR se las ha visto también con trabajos curiosos, como cuando hace tres años tuvo que rescatar a una pitón real de una discoteca; o dos ejemplares de una variedad de víbora mexicana aparecidos en Toralla. La unidad también presta ayuda en municipios vecinos.