La crisis impenitente pone el lienzo. Unas nubes que solo ayer concedieron tregua pintan los números. A escasas horas de que los hoteles den por zanjada la Semana Santa, los directores consultados por FARO coinciden en que "no se recuerda una campaña con tarifas tan baratas". Las cuotas de partida eran bajas -hospedarse en Vigo resultaba en 2008 cerca de un 30% más caro- pero la lluvia que "aguó" los festivos obligó a mantener la tijera sobre la mesa. En una semana un mismo cuarto se abarató de manera notable. Habitaciones que hace días se cobraban a 80 euros costaban, ya entrada la semana y con el nefasto parte climatológico en la mano, apenas 50 euros.

El resultado de tamaño esfuerzo fue una Semana Santa con una ocupación que, según la Asociación de Hoteles de Vigo -Ahosvi-, baila "entre un 55 y 60%". En 2012 el dato fue del 65%. Los negocios reconocen que la recaudación sirve al menos para "cubrir gastos" y dan por bueno el balance a la vista del temporal con que arrancó la semana. "Pensé que iba a ser peor por la influencia de la crisis y el tiempo", reconocía ayer por la tarde César Ballesteros, responsable del Hotel Bahía. Desde Los Galeones, Jaime Pereira apunta al mismo cóctel. "Llevo 30 años y nunca se dieron precios tan bajos", concluye, con el recuerdo aún de las pascuas en que "los hoteles se llenaban".

Buena prueba de los cambios que la recesión inflige al colectivo es que el turista acude a los mostradores con una mentalidad reformada. "Hay clientes que ya te ponen el precio", explican desde la gerencia de un céntrico hotel. Se cuelan tendencias en los hospedajes que, apunta otro director, hasta hace muy poco eran casi exclusivos de "los baratillos". Delfina Cendón, responsable del Ciudad de Vigo retrata la situación con claridad: "con frecuencia se baja lo que pide el cliente".

No hay sorpresas en cuanto al perfil del cliente. "En su mayoría se trata de turismo de proximidad, sobre todo de gente que llega de fuera de Galicia", explica José Antonio Domínguez desde el Hotel del Mar. Las urbes que se ubican en un radio de 300 kilómetros se revelan así como el gran caladero de los establecimientos olívicos. Al igual que en 2012, el turista portugués -desanimado por una crisis que azota con fuerza a su economía- vuelve a ser "el gran ausente".

Los peajes impuestos desde 2011 en la autovía A-28, que enlaza Oporto con la frontera, tampoco son de ayuda. Su efecto disuasorio -al menos en el flujo de vigueses a Portugal- lo acaba de demostrar el Ayuntamiento de Viana do Castelo. Tras anunciar que el municipio asumiría el coste del gravamen en Semana Santa el número de turistas llegados de este lado del Miño parece haberse incrementado. "Los comerciantes dicen que escuchan a muchos más gallegos", avanza el alcalde vianense, José María Costa. El porcentaje de ocupación rozó allí el 80%, "de ellos más del 40% son clientes gallegos", apunta el regidor. La presencia de españoles en el norte luso se hundió en 2012 un 25%.

El handicap de las nubes

Entre los hoteles de la ciudad hay pocas dudas de que, para evitar que la campaña de Semana Santa venga marcada por la lluvia, es fundamental "exprimir" el atractivo de Vigo y promocionarlo en el exterior. El objetivo: desestacionalizar la demanda. "No resulta fácil, pero hay que buscar alternativas", reflexiona Domínguez, que desde la dimisión de César Ballesteros -a finales de febrero- ejerce la presidencia en funciones de Ahosvi. Las soluciones pasarían por aprovechar la red museística de la ciudad, el gancho de la gastronomía de las Rías Baixas o las posibilidades del deporte. "Habría que hacer un concurso de ideas", apunta el responsable de El Mar. Prueba de que existen alternativas para reflotar los datos de Semana Santa, con permiso de las nubes, es que ayer algunos hoteles confiaban en obtener un mejor nivel de ocupación gracias al Celta-Barça. "El partido ayuda", apuntan desde el Ciudad de Vigo.