Bajo estrictas medidas de seguridad en el exterior y el interior de los juzgados de Vigo y con una intérprete de gallego que traducía las preguntas del fiscal, el Juzgado de Penal 1 de Vigo abrió ayer el juicio oral contra dos sindicalistas de la CUT acusados del ataque con cócteles molotov a una oficina del INEM de Coia en diciembre de 2010. El exgrapo Telmo Varela, secretario comarcal del sindicato, y su compañero Miguel Nicolás, se enfrentan a penas de 10 y 5 años de cárcel respectivamente por los daños causados, con la agravante de disfraz por ir encapuchados.

Tras el intento de sus abogados de suspender la vista, para lo que alegaron nulidad de las escuchas telefónicas y pruebas falsas y tendenciosas, ambos negaron su participación en los hechos, y Telmo Varela tildó ante la magistrada de "encerrona" su imputación. Se mostró convencido de que se trata de una maniobra de criminalización porque desarrollaba su labor en el seno de un sindicato minoritario que promueve la "lucha radical", pero que es legal, y que estaba cobrando importancia en el sector naval. "La Guardia Civil me seguía y saben que soy inocente, pero me quieren fuera de circulación", apostilló, para incidir en que lleva dos años en prisión provisional, lejos de Galicia, y se le impide ver crecer a su hijo. "A mi ya me han condenado y ahora me juzgan", concluyó.

Tanto Varela como Miguel Nicolás admitieron que la víspera del ataque con cócteles molotov merodearon por las oficinas del INEM de Coia porque era algo habitual ya que formaban parte de una asamblea de parados y las inspeccionaban con la única intención de organizar concentraciones de protesta.

Varela aseguró que las cinco botellas de gasolina que guardaba en su casa eran para la motosierra, y que no tenía relación con el zulo localizado en una zona boscosa cerca de su casa en Navia donde se hallaron elementos para fabricar explosivos. Tampoco sabe como llegó una huella suya a uno de los botes de cristal ocultos allí y envuelto en un periódico de la CUT. En cuanto a los aerosoles, dijo que eran para hacer pintadas

Miguel Nicolás, por su parte, aseguró que ni autorizó ni asistió al registro de su vehículo en un garaje de propiedad privada . Consideró "imposible" que en el embudo de una garrafa hallado en el vehículo se encontraran restos de ácido sulfúrico pues la usó un día que se quedó sin gasolina. En cuanto a los libros tenía como "Pequeño manual del guerrillero urbano", un dossier editado por el Grapo sobre la denominada "Operación Crono", incidió en que "no es delito tener curiosidad" y expuso que los libros eran legales. Respecto a los archivos guardados en su ordenador sobre fabricación de bombas y química explosiva, declaró que los bajó de internet no con intención de hacer bombas sino por curiosidad.