José Gabriel entró en quirófano con un 2% de posibilidades de salvar el pulgar de la mano derecha. Operario de molinos en una fábrica de inyección de plástico en Ourense, este joven sufrió el 19 de febrero de 2010 un accidente laboral que se saldó con su primer dedo –el principal– desgarrado, "quedando colgado por un tendón", explica él mismo. "Me llevaron al hospital en Ourense y allí me iban a tirar el dedo y coser, menos mal que mi jefe me trajo a Vigo y me lo reimplantaron", suspira. Pasaron más de cinco horas desde que se amputó el pulgar hasta que fue operado de urgencia en Povisa por el doctor Sanmartín.

La recuperación de José Gabriel podría decirse que fue de auténtico récord. Tres meses después del siniestro ya se había incorporado al trabajo, un regreso que no todas las personas intervenidas de un reimplante pueden realizar. "Volví a la misma empresa, aunque estuve en otros puestos, pero ahora ya llevo más de un año en el mío, en el original, limpiando el molino". No obstante, las medidas de seguridad en la fábrica han aumentado, apunta el joven operario, que califica de "milagro" lo que los médicos han hecho con su dedo. "Físicamente no se nota mucho. Y llevo una vida prácticamente normal porque puedo hacer lo mismo que antes: tengo sensibilidad, si me pinchas me duele, y puedo agarrar y pulsar, tengo fuerza", afirma José Gabriel Fernández, que estuvo hospitalizado tan solo dos días. Eso sí, luego tocaron las curas y la rehabilitación. A nivel psicológico, también estuvo afectado. "Hasta que no ves el dedo bien... Pero bueno, yo tuve mucha suerte, lo que me hicieron fue un milagro", agradece.