Había bullicio y alegría en la ciudad, según la crónica del FARO del 14 de septiembre de 1961. Y eso que estaba cargada de nubes la mañana, "como para señalar el término de la época estival que durante cuatro meses se ha mantenido en Vigo con una plenitud no conocida desde hace muchos lustros".

Pero en contraste, "el ambiente era más luminoso que nunca, con las calles engalanadas con profusión de banderas y gallardetes con los colores nacionales, igual que en todos los centros oficiales".

Desde primeras horas de la mañana había "grandes concentraciones en las avenidas y muelles portuarios, a la espera de que el Caudillo dejase el yate Azor, fondeado desde la noche anterior frente al edificio del Real Club Náutico".

Los vigueses aguardaban "y pronto lo demostraron con sus vítores, aplausos y otras manifestaciones de cariño, la presencia del más ilustre de sus paisanos".

Y es que "a las once de la mañana, al desembarcar de la gasolinera que le trajo hasta la dársena de la Laxe desde el Azor", Franco iniciaba una "jornada triunfal a la ciudad" que le llevaría a inaugurar la Estación Marítima, la Cruz del Castro y el monolito de las Cíes "que le dedicó la provincia como ofrenda y memoria de sus primeros 25 años al frente de España". Y tuvo tiempo también de visitar las instalaciones de Citroën, el polígono de la Zona Franca en Balaídos y la nueva fábrica de Pontesa en Arcade.

Inició el recorrido, acompañado por varios ministros y numerosas autoridades, en la Estación Marítima, "profusamente engalanada y en cuyo vestíbulo se había instalado un altar desde donde el Obispo bendijo las instalaciones". De ahí, la caravana oficial se dirigió al Castro entre los aplausos y los vítores de los vigueses, "en un recorrido triunfal a través de las calles Victoria, Colón, plaza de José Antonio y Ronda de Don Bosco". A su llegada, la banda municipal interpretó el Himno nacional.

El obispo bendijo el monumento y se rezó un responso. Y de ahí, la comitiva se puso en marcha para dirigirse por la Gran Vía y avenida de Castrelos hasta Citroën. "Un largo recorrido sin un claro, donde miles de vigueses aclamaron a su caudillo". Tras recorrer "la maravillosa fábrica, situada en lugar privilegiado que honra a la industria gallega y española", desplazamiento hasta Arcade por Gran Vía, Pizarro y Travesía de Vigo. Y más demostraciones de "fervor patriótico".

A las tres de la tarde, Franco llegó en el Azor a las Cíes, cerradas en niebla, y escoltado por una fragata, un destructor y "un cortejo de numerosos barcos pesqueros". Bendición e inauguración del hito, y mientras Franco partía rumbo a Marín en el yate escoltado, las autoridades regresaban a Vigo en los barcos que les habían llevado.