La antigua Estación de ferrocarril se proyectó en 1860 por el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Javier Boquerín con motivo del proyecto de ferrocarril de Ourense a Vigo.

Aunque su construcción terminó en 1878, el primer tren no saldría hasta 1881. Como muestra del hermanamiento de las dos urbes, las iniciales de las dos ciudades, V y O, se grabaron en la parte más alta del edificio.

Señala Jaime Garrido en su libro "Vigo, la ciudad que se perdió", que cuando Boquerín presentó el proyecto del ferrocarril de Ourense a Vigo, clasificando la estación de Vigo como de primera categoría, "ésta se situaba en las afueras de la población, cerca de la carretera de Vigo a Ourense, actualmente calles del Príncipe y Urzáiz, y a un kilómetro de la Porta do Sol". Cuando finalizaron las obras, la población viguesa había crecido tanto a lo largo del señalado vial, que "el último grupo de casas estaba ya a solo quinientos metros de la estación y al terminar el siglo, las edificaciones habían llegado a invadir su entorno".

Como estación terminal tenía la planta en forma de U y del cuerpo principal, destinado a edificio de viajeros, partían las dos alas entre las que se situaban los andenes.

Dada su consideración de terminal de primera clase, además de las instalaciones destinadas a los viajeros contaba con servicios públicos y administrativos, y viviendas para el jefe de estación, andenes cubiertos y descubiertos, para uso de viajeros y mercancías, muelles de embarque para ganados, tinglados para almacenes y talleres entre otras dependencias.

La fachada principal era de dos plantas "y equilibrada arquitectura academicista, muy propia del siglo XIX" y las alas laterales, de planta baja.

En 1923 y con motivo de una remodelación, se cubrió con una estructura de hierro el espacio descubierto del interior de la U y se amplió una planta la cabecera de los laterales, quedando así igualados principal y estilo neoclásico, "muy utilizado en los edificios oficiales y representativos de la época"

A pasear hasta la estación

En la Ilustración Gallega y Asturiana de 20 de abril de 1879, se decía de la nueva estación: "Construida recientemente, está en uno de los sitios más bellos de los alrededores de Vigo, y convertida en uno de los predilectos paseos de los vigueses la carretera que conduce a la estación, especialmente los domingos, inundada por alegres y bulliciosas partidas que, invadiendo los coches, salen a disfrutar las delicias del campo por las pintorescas cercanías de la ciudad".

Declarada monumento a conservar y tras barajarse varios destinos, fue desmontada tras la entrada en servicio de la actual y las piedras permanecen desde hace años numeradas en Redondela.