Los vecinos del entorno de Churruca "no aguantan más". A la imposibilidad de conciliar el sueño durante las noches de los fines de semana por la movida nocturna de la zona, la aparición de orina, excrementos o vomitonas en el interior de sus portales y aceras desde hace varios años, se suman ahora amenazas y coacciones comunicadas a través de pintadas y otros daños en sus bienes, como pinchazos en las ruedas de los coches o porteros automáticos rotos.

Muchos residentes denunciaron ante la Policía Nacional los hechos ocurridos en los últimos meses, pero Milagros Pérez, gerente de un hostal de Irmandiños, decidió ir más allá e intentar poner freno a la situación llevando su caso a los juzgados. Actualmente tres denuncias están en fase de instrucción. "Una se presentó por amenazas y coacciones y diez días después apareció destrozado el rótulo del hospedaje y la fachada y la puerta manchadas con pintura roja. También hubo que cambiar la cerradura porque en su interior tenía un producto pegajoso. Estos daños acabaron en los juzgados", señala la abogada de Rioasociados que representa a la hostelera. Un mes después, el coche de Milagros apareció con los neumáticos pinchados.

Los afectados por el incumplimiento constante del horario de cierre de algunos locales de copas del entorno de Churruca se ven obligados a ejercer de "patrullas vecinales" para poder dormir por las noches. "Los pubs están abiertos hasta altas horas y siempre tenemos que llamar a la Policía para que vengan a cerrarlos. Si nosotros no avisamos, no vienen", se queja Victoria Rodríguez, del Hostal La Estrella. "A mí me amenazaron e insultaron muchas veces por protestar", lamenta. Esta señora tiene 67 años y lleva más de diez tomando seis pastillas diarias contra el insomnio. Su marido también se está medicando.

Aparte de los problemas de salud provocados por la movida nocturna en los vecinos del barrio –la mayoría de ellos jubilados–, los hospedajes y otros negocios del entorno reconocen sufrir "graves perjuicios económicos". "Los clientes se marchan porque no pueden dormir con el jaleo que hay en la calle", dicen Victoria y Carmen (Hostal Ría de Arosa) mientras pasean por Irmandiños, un calle repleta de pintadas en las casas y con las aceras hundidas. "A ver si este año hay dinero para reformarla", comenta Milagros.

"Lo único que queremos es que el Concello aplique la normativa, tal y como nos prometió Calviño en la reunión que mantuvimos este mes, y sancione o clausure ya a los pubs que incumplen horarios y superan los decibelios permitidos", reclaman al unísono. La hostelera más joven advierte de que si no se toman medidas, "algunos residentes, ya cansados, se tomarán la justicia por su mano".