Una demanda que emana de los propios trabajadores. La Federación de Hostelería de Pontevedra se ha mostrado receptiva a las necesidades de los porteros de pubs y discotecas y el miércoles cerraba el segundo curso de formación destinado a controladores de accesos. En dos turnos, han sido 41 las personas que consiguieron el diploma homologado por la Federación Española de Hostelería y la Fundación Tripartita, con el que se intenta salvar el vacío legal en que actualmente desarrollan su trabajo alrededor de 300 personas sólo en Vigo. Tal ha sido la demanda, que ya se han solicitado subvenciones para la realización de otros seis ciclos el próximo año, en los que se prevé la participación de otras 100 personas, al haber decenas en lista de espera.

Los hosteleros de la provincia imitan con esta iniciativa a Madrid y Barcelona, ciudades que se situaron a la cabeza al exigir un carné especial a toda persona que quiere trabajar como controlador de accesos. En Galicia no existe legislación específica para estos trabajadores, cuya situación es de "completa alegalidad". No obstante, las cosas podrían cambiar a medio plazo, ya que desde la Consellería de Presidencia aseguran que "hay intención de establecer un marco normativo y regular el derecho de admisión y la figura de los controladores a través de un decreto autonómico".

Pero mientras el Gobierno gallego no formaliza su decisión, porteros y Federación de Hostelería se han puesto las pilas y colaboran para profesionalizar y limpiar la imagen del grupo, donde defienden que una mayoría son "meros trabajadores a los que les preocupa no extralimitarse en sus funciones", explica el técnico Miguel Panete, coordinador de los cursos celebrados en el Hotel Bahía.

Durante las 36 horas lectivas del mismo –21 presenciales–, los participantes acceden a contenidos normativos sobre los horarios de cierre de los locales y derecho de admisión. "Aprenden a reaccionar y evitar peligros para ellos y para los clientes", señala el profesor, que se sirve en clase de material audiovisual cedido por la Academia Galega de Seguridade.

Durante los siete días de clase, los últimos 25 participantes han hecho simulaciones y asistido a la proyección de vídeos reales de cámaras de vigilancia de negocios hosteleros. "Visto en pantalla, detectamos mejor nuestros fallos y también nuestros aciertos", explica uno de los asistentes. Los porteros confían en mejorar las relaciones con los empresarios de hostelería y la Policía.

Los docentes les explican a quién avisar cuando se producen incidentes, pero el temario va más allá y finalizan el ciclo con nociones básicas de primeros auxilios, capacitados para reanimar a un cliente o controlar los nervios en caso de avalancha, incendios o cualquier otra situación peligrosa.

Los porteros tienen muchas esperanzas puestas en estos cursos y en la regulación de su trabajo. Ahora mismo no están asociados y es difícil dar con ellos, pese a que estiman que entre 250 y 300 personas trabajan en el municipio en la puerta de pubs y discotecas. Con los cursos previstos para 2010 la Federación de Hostelería espera extender la formación hasta un tercio de todos los porteros del municipio.

"Por unos pocos, todo el grupo tiene mala fama"

Nicolás Bernardelli lleva cuatro años en el sector y se ha encontrado a las puertas de su local, en la calle Areal, todo tipo de situaciones. Como muchos de sus compañeros, ve en los cursos de la Federación de Hostelería de Pontevedra una oportunidad para limpiar la imagen del sector y mejorar el servicio que prestan en locales de ocio nocturno. "Es fundamental conocer hasta dónde podemos llegar para no extralimitarnos pero tampoco quedarnos cortos", afirma el joven, que lamenta que por los errores "de una minoría, pague todo un grupo de trabajadores que no da problemas". Bernardelli confía en que la obtención de los diplomas homologados por la Federación Española de Hostelería mejore las relaciones de los porteros con los empresarios y con la policía. "Es necesario más apoyo entre todos", pues advierte de la dificultad que les supone "ser la imagen del local, actuar como relaciones públicas y al mismo tiempo impedir el acceso a menores o personas en mal estado". Nicolás rechaza las conductas violentas e insiste en que "la inmensa mayoría" de sus compañeros son gente "tranquila, un trabajador como cualquier otro que a veces se encuentra con situaciones complejas. A eso venimos, a llevarlas con más garantías para nosotros y para los clientes del local", sostiene minutos antes de recoger su título.

"Aprenden autocontrol, no a defenderse"

Contenidos jurídicos, psicológicos y sanitarios. El temario de los cursos para controladores de accesos viene fijado por la Fundación Tripartita, que recibe ayudas del Fondo Social Europeo. Por el doble papel que juegan los porteros, como imagen del local y agente que restringe la adminisión, deben recibir formación muy variada y adaptada a cada comunidad. Eso sí, el técnico de Formación Miguel Panete insiste en que "todo se orienta a conseguir un mayor autocontrol. No están aquí para aprender defensa personal, porque ese no es su papel", resalta.

El profesor concede mucha importancia a la parte del curso que versa sobre psicología y conductas sociales. "Analizamos el ocio nocturno, sus carácterísticas y repercusiones, y les enseñamos a reaccionar ante situaciones frecuentes, como un cliente ebrio, o excepcionales, como una avalancha".