Hasta tres veces ha sonado el teléfono en la casa de los Bouzada desde marzo para dar citas y llamar a consulta al ya fallecido Silverio. Murió ese mes, a los 78 años en su domicilio de Tomiño, aunque había sido diagnosticado de "apnea del sueño" en diciembre de 2008 en el hospital Meixoeiro y seguía en "lista de espera" de pruebas diagnósticas en el Xeral.

La tercera vez que la familia descolgó el teléfono y escuchó a personal del Sergas –en la última conversación, una enfermera avanzó que "volverán a llamar en octubre"–, decidieron criticarlo públicamente. "Que nos dejen en paz y nada más", replican ahora los familiares, que aún superan el duelo de la pérdida de un ser querido. Critican la mala gestión de las listas de espera y piden, sobre todo, que los hechos no vuelvan a producirse.

Los familiares aseguran que a los ocho días de fallecer S. B.B. fue dado de baja en la Seguridad Social. "La pensión de jubilación no la cobra desde marzo", replica su hijo, como ejemplo de que algunas administraciones sí han borrado al tomiñés de sus archivos.

El Defensor del Paciente ampara la denuncia y pide a la conselleira de Sanidade, Pilar Farjas, que subsane la situación "o en caso contrario nos veremos obligados a emprender acciones legales". En palabras de la presidenta de la asociación, Carmen Flores, "parece que el Sergas se está burlando del dolor de la familia".

El periplo del difunto comenzó el verano de 2008. Se empezó a quedar afónico y dormido durante el día, a lo que se sumaban mareos y grandes ronquidos. En diciembre les dijeron que el enfermo sufría apneas del sueño y a principios de enero de 2009, ingresó por Urgencias en el hospital Meixoeiro.

Tras una semana con oxígeno e inhaladores, les informaron de las largas esperas de la Unidad del Sueño en el hospital Xeral, que podían extenderse "hasta dos años". Los estudios de sueño arrastran una espera media de 295 días y 800 pacientes están esperando (300 de ellos llevan más de un año), según los últimos datos oficiales, hechos públicos el 30 de junio. Por eso tuvo que volver a casa con oxígeno. La situación se agravó y el paciente tuvo que volver a urgencias el 1 de marzo. Entonces le dieron más pruebas para las semanas siguientes.

El paciente moriría diez días más tarde. El certificado de su muerte, según la médica que acudió al domicilio, fue "insuficiencia cardiorespiratoria", pero los familiares defienden que murió en una apnea, mientras intentaba dormir.

Desde entonces, volvieron a llamarles el 27 de mayo para hacer una prueba y, a pesar de informar al Sergas de su fallecimiento, repitieron el 2 de julio y el 2 septiembre (ésta última, para la Unidad del sueño en el Xeral). El enfado de los familiares y las broncas con los interlocutores iban creciendo a medida que pasaba el tiempo, pero sin efecto.

"La humillación es insuperable; pierden a un ser querido por culpa de la lista de espera y ahora tienen que aguantar la incompetencia del Sergas por un problema administrativo, que poco les importa a los familiares", critica Carmen Flores-

Adoptan medidas para coordinar mejor las unidades de citas

La gerencia del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (Chuvi) ha acordado mejorar la gestión de las listas de espera sanitarias a través de una mejor coordinación. Ayer mismo, tras confirmar la permanencia en las listas de espera de un paciente ya fallecido, puso en marcha un sistema de comunicación entre todas las Unidades Administrativas de citación del Complejo, según aseguró el Sergas. El objetivo es "garantizar que no vuelva a ocurrir". Hasta ahora, cada unidad trabajaba con sus propias base de datos, así que la información telefónica de la muerte de un enfermo no se compartía. "Una vez finalizada la auditoría que realizan los Servicios de Inspección para conocer la situación real de las listas de espera, se procederá a la depuración de estos registros", explicaron.

"Es bochornoso y denigrante. Antes no le hicieron ni caso; se muere y llaman"

"La primera vez fue mi hermana quien cogió el teléfono... La segunda fui yo. Era por las pruebas del neumólogo y esperé a que acabase de hablar para contestar. Sí, te acabas desahogando", explica Noé Bouzada, el hijo del paciente muerto en lista de espera. Se muestra especialmente afectado por una muerte que considera "inesperada" y por la impotencia de haber concertado pruebas en una clínica privada para sólo diez días después. "No le hicieron ni caso; en aquel momento denunciamos la dejadez y que nos llamen ahora ya es insoportable", replica. "La única forma en la que conseguimos entrar en el hospital fue por Urgencias", relata.

El Defensor del Paciente también cuestiona la gestión de las listas y que personas fallecidas ocupen citas y pruebas.