X. A. Taboada / SANTIAGO

Con un andar pausado, los miembros del Consejo de Embajadores Árabes en España, dedicaron ayer dos horas a recorrer el casco histórico de Santiago. No fueron más allá de 500 metros desde la plaza del Obradoiro, pero fue un área suficiente para descubrir el pulpo, la empanada, las navajas a la plancha, la liturgia del peregrino, la catedral, los restos del Apóstol y también algo que no entraba en el programa, una concentración de 50 personas que reivindicaban la libertad y la autodeterminación para el Sahara.

Sus trajes, su color de piel y el hecho de ir en grupo no pasó inadvertido para los visitantes con los que se encontraban, quienes le dedicaban miradas furtivas.

Los embajadores del mundo árabe acreditados en España han decidido pasar tres días en Galicia en una nueva política pensada para conocer otras tierras españolas más allá de Madrid y calibrar las posibilidades de abrir nuevas vías de relaciones de comerciales.

Toda la mañana la pasaron en Santiago -por la tarde se fueron a A Toxa-. Hubo sendas reuniones con el presidente de la Xunta y con el alcalde de Compostela, pero la mayor parte del tiempo la dedicaron a realizar una visita guiada por la ciudad, aunque eso sí, por las inmediaciones de la catedral. Alguno de los diplomáticos se debió de quedar sorprendido por la belleza de la piedra y, con la cámara del teléfono móvil, se llevó instantáneas de las torres de la catedral y de la fuente de Praterías.

A la hora del paseo, parada. La organización del encuentro de embajadores, a cargo de la Fundación Araguaney, los llevó a una tasca de la calle del Franco. Allí probaron la empanada, diversas clases de queso y navajas a la plancha, regadas con agua y zumo de naranja, pero también con vino blanco y tinto y cerveza.

Los diplomático se pararon ante un escaparate, donde el guía les enseñó un pulpo y les describió los hábitos de este cefalópodo.

Luego llegó la visita a la catedral, santuario del Santiago matamoros. Eligieron una hora en la que el templo estaba casi vacío. Observaron el Pórtico de la Gloria, joya del románico, y dieron toda la vuela por el interior, incluyendo una visita a la cripta donde reposan los restos del Apóstol. Pero no hubo botafumeiro ni abrazo al Apóstol. La escalera que da acceso a la cabeza tallada de Santiago que domina el altar mayor estaba cerrada a esa hora. Intención de subir tenían, y quién sabe si alguno se atrevería a abrazar al Apóstol, como también se atrevieron con la cerveza y el vino.