En los años álgidos de la burbuja inmobiliaria se podía conseguir una hipoteca con un interés por debajo del 0,50% más el Euribor. Ahora, es casi imposible encontrar una que no bajé del 1% más Euribor, además de tener que domiciliar varios recibos, firmar un seguro de vida, contratar varias tarjetas de la entidad bancaria?

Pese a esta dificultad, la previsión es que 2017 se cierre con más de 10.000 hipotecas constituidas en la comunidad, la primera vez desde 2012 que se supera esta cifra. Y estos 10.000 gallegos deben destinar el 16% del salario bruto familiar anual para pagar el primer año de la hipoteca, según los datos de la estadística Tinsa IMIE Mercados Locales.

Este 16% es el cuarto porcentaje más alto de todas las comunidades. Solo le superan Baleares, Andalucía y Cataluña. En estas tres, el esfuerzo financiero para adquirir un inmueble es del 22,3%, 18% y 16,1%, respectivamente. El alto porcentaje gallego tiene , sobre todo, dos explicaciones. Por una parte, Galicia es una de las comunidades con las nóminas más bajas, por lo que es necesario una mayor cantidad del salario para hacer frente al pago de la hipoteca. Además, la crisis ha provocado que las familias pierdan poder adquisitivo que aún no han recuperado.

Por otra parte, Galicia está entre las comunidades en las que el ajuste de precios de la vivienda desde los máximos de 2007 ha sido menor. En estos 10 años, el coste de la vivienda ha caído un 32%. Solo ha habido otros dos territorios en los que el porcentaje ha sido más bajo: Baleares (25,9%) y Extremadura (31,1%). Como los precios no han variado tanto como en el resto de territorios (la media nacional supera el 38%) el esfuerzo inversor para pagar la hipoteca es mayor. El precio medio de la vivienda experimentó un incremento del 4,2% durante el cuarto trimestre del año, hasta alcanzar los 1.264 euros por metro cuadrado, según los datos de Tinsa, que destacan la ralentización del mercado en Cataluña.

Galicia se encuentra entre las comunidades con los ajustes de los precios de la vivienda más bajos; tres de las cuatro provincias gallegas están entre las ocho con los descensos más bajos. Ourense es la primera de todas las provincias españolas con una caída del 20,8% entre 2007 y 2017. También aparecen Pontevedra en la quinta posición con un desplome del 30,8% y A Coruña, en la octava, con un 31,8%.