"Tuvimos las llamas a un metro de nuestra casa, que es casi todo lo que poseemos. Combatimos el fuego con mangueras y calderos de agua y al final logramos detenerlo a tiempo. Estábamos los vecinos solos. Fue el peor día de nuestras vidas". José Davila es uno de los residentes de los alrededores del Monte Alba que el pasado domingo a punto estuvo de perder su hogar. Preparado para defender lo que es suyo, este vigués se subió al tejado de su vivienda junto a otros familiares para tratar de sofocar el incendio. "Lo que hice yo también lo hicieron mis vecinos. Hasta aquí no llegaron los bomberos, que bastante tendrían en otros puntos", comentaba ayer.

Su casa está en la calle Igrexa, a escasos metros de la calle Chandebrito, un vial que conecta la zona con la parroquia de Coruxo. A su alrededor hay un puñado de viviendas y mucha zona verde. Ayer mismo, horas después de vencer a las llamas, los residentes reparaban los desperfectos sufridos y limpiaban sus parcelas. "Fue horrible porque te sientes impotente. Gracias a Dios detuvimos el fuego a tiempo, pero el mal rato no se nos va a olvidar nunca", señalaba Rosa Gómez, otra de las afectadas.

En otra ladera del Monte Alba la situación era similar. Lo que el sábado era de color verde ayer lucía con un negro hiriente. "Se lo han cargado. Han destruido un paisaje espectacular y un rincón único en Galicia. Lo ves y te dan ganas de llorar", indicaba Jorge Galindo, un aficionado al ciclismo que habitualmente rueda por las carreteras cercanas al campus de la Universidad de Vigo. "No será fácil volver por aquí en los próximos meses", apostillaba.

La incertidumbre entre los vecinos de la zona continuaba varias horas después de apagar la última llama. "Aquí lo hemos sofocado y nosotros conseguimos salvar a nuestros animales, pero casi todos tenemos familiares en la provincia que se han visto afectados. Yo me voy a ver a mi hermana en Valladares para ver como está", relataba Davila. Mientras él se iba, otros llegaban. "Venimos a ayudar a nuestra abuela. Por suerte su casa está más alejada del monte y no fue de las más perjudicadas", explicaban dos jóvenes.

Profesores en el Andersen

En la parroquia de Valladares, situada junto a una de las laderas del Monte Alba, residen miles de personas. Además es un emplazamiento con muchas empresas al estar ubicado el Polígono Industrial de A Pasaxe. Uno de los recintos más conocidos de la zona es el colegio Andersen Augalonga. El domingo estuvo amenazado por las llamas, lo que provocó la movilización de su profesorado. Una decena de trabajadores se acercaron hasta las instalaciones para defenderlo con cubos de agua y mangueras. "No nos lo pensamos dos veces. Preparamos todo lo necesario para combatir el fuego aunque por suerte no llegó hasta nuestra zona", comentaba un profesor que prefirió no dar su nombre.

Los trabajadores estuvieron en el colegio hasta pasada la medianoche. "Al principio vimos una cornisa de humo que rápidamente cambio de color y dio paso al fuego. Pasamos miedo", reconocía este docente. La dirección del centro decidió suspender ayer las clases para mayor seguridad de su alumnado.

Uno de los mayores temores en la zona era que alguno de los focos alcanzase el polígono industrial, algo que finalmente no sucedió. La autopista AG-57 y por momentos el viento ejercieron de aliados para que las llaman no llegasen al complejo y multiplicasen todavía más los daños.