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Cuentas de lobos

Las denuncias de ataques crecen un 30% y Adega lo achaca a que se piden más las ayudas

Los avisos de ataques de lobos en Galicia crecieron en el último año un 30% // Pixabay

Los avisos de ataques de lobos a explotaciones ganaderas crecieron en el último año un 30% según los datos recopilados por la Consellería de Medio Ambiente. Si en 2015 el ejercicio se cerraba con 618 denuncias por visitas no deseadas de estos cánidos a las granjas con final poco feliz para la res elegida como víctima, el mismo dato que en 2014, el año pasado las denuncias alcanzaron las 820.

La razón de este salto cuantitativo, según los ecologistas, no habría que buscarla en que haya muchos más lobos -las manadas, con datos de la Xunta, "se mantienen"-, sino en que habría más denuncias, según indica el biólogo de Adega Martiño Nercellas, quien alega que "no hay un incremento considerable de reses muertas". Este científico apunta que la herramienta se conoce más, que los veterinarios "están animando" a la gente a que declare los daños y que desde 2015 se ha producido un "incremento importante en la dotación presupuestaria para el pago de las ayudas". La partida para compensaciones pasó de 106.000 a rondar los 360.000, indica.

Para abordar el análisis de un fenómeno en el que, afirma, algún sector está interesado en promover el "alarmismo", Nercellas conmina a examinar cuál es el "impacto" en la cabaña ganadera. En ese sentido enfatiza que donde se nota un aumento en la incidencia es en las ovejas, "casi todas" de explotaciones no profesionales. En esa línea, alega que de las reses muertas en Pontevedra durante el último año, 169 fueron ovejas, y vacas fueron 53, cuando dos años atrás habían sido 68. "Hay un problema con las ovejas, probablemente derivado del manejo", afirma, para añadir que es posible que "esté habiendo una relajación con la protección de los rebaños". Los datos gallegos indican que, en efecto, las ovejas son las preferidas del menú de este mamífero carnívoro: son el 60% de sus víctimas.

Nercellas hace más números, que le valen para sostener que los daños que producen los lobos a nivel "global" serían "ridículos". En Pontevedra -donde dice que hay tres manadas menos que 35 años atrás- ascenderían, según sus cálculos, a 54.000 euros, el 0,054% del valor de la cabaña bovina. En el caso de Galicia, a 341.150 euros, el 0,035%. Así, si en el conflicto se apelase solo a esta dimensión económica, "el problema no debería existir", defiende, porque, por ejemplo, el impacto de la tuberculosis bovina en la cabaña ganadera gallega podría ser el triple. Sería una "falacia", proclama, que haya explotaciones que vayan a "tener que cerrar" por ese motivo.

No obstante, concede que para los ganaderos sus animales tienen un valor y su "frustración e indignación tiene que ser atendida desde la Administración". "Hay que afrontar los pagos de manera inmediata y con una cuantificación generosa", defiende, para que tengan "credibilidad". Y ahí se pregunta "qué pasa con los atrasos acumulados durante todos estos años", cuya cifra ascendería, según los cálculos realizados por Adega, a "570.000 euros".

"Ahí es donde radical el problema del lobo", proclama este biólogo. "De tener el pago al corriente y de hacerlo de manera ágil con una cuantificación es más o menos generosa del daño que causa el lobo incluyendo el lucro cesante, el malestar entre los ganaderos se mitigaría y habríamos retirado mucha presión sobre la propia especie, que tampoco está tan boyante como para echar cohetes", sostiene. De hecho, las estadísticas oficiales de la Xunta hablan de 90 manadas (él las sitúa entre 70 y 90), lo que sugiere una población "estancada" -o con un "cierto aumento", dice la Xunta- en los últimos 15 años.

Nercellas cree que hay "grupos de presión interesados en cambiar el estatus del lobo a nivel cinegético" y que envían una imagen "desproporcionada" de lo que ocurre. Tampoco, asegura, ayudan las nuevas tecnologías, que "dan la impresión de que tenemos más lobos que antes cuando en el censo siguen siendo los mismos".

A su juicio, la "clave" para resolver el problema, como en otros lugares, pasa por establecer medidas de carácter preventivo. Por ello conmina a la Xunta a invertir en prevención (por ejemplo, enviando sus técnicos a una granja que sufre ataques reiterados a ver qué falla). En segundo lugar se trataría de pagar los daños. "Y si el problema sigue estando ahí es cuando cabe interpretar técnicamente que podría establecerse algún control de la población, pero es tan excepcional que, de cumplirse los requisitos anteriores, prácticamente es un escenario que nunca tendría lugar" y que además ve un "disparate".

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