Quizás por falta de costumbre, Isabel Risco, que ejerció de maestra de ceremonias en la manifestación del BNG por las calles de Santiago, se olvidó del clásico "aínda está saíndo xente da Alameda", el latiguillo con el que se destacaba la afluencia a la cita fundamental de la formación. El termómetro simbólico de su estado de salud. Ayer, el Bloque llenó con lo justo la plaza de A Quintana. Su portavoz nacional y candidata a la Xunta, Ana Pontón, trató de insuflar energía a los suyos para "no bajar los brazos" y apartar a Alberto Núñez Feijóo de la Xunta por ser "indigno". "Hizo más daño a Galicia en siete años que Fraga en 16", ilustró.

Tras más tres lustros de tropiezos electorales, el Bloque se enfrenta a un momento clave en su historia que puede arrinconarlo en el Parlamento gallego, donde algunos cargos temen que incluso no alcance grupo propio. La manifestación de A Quintana, llena, pero con calvas y con muchos turistas que hacían cola para atravesar la puerta santa entre los manifestantes, sirvió como lanzadera hacia la campaña de octubre que, de facto, ya ha empezado y para demostrar que sigue con músculo gracias a sus fieles, aunque lejos de las estampas de los años dorados. Ahora deberá demostrar cuántos tiene en las urnas. "Sé que no son momentos fáciles, pero en la política, como en la vida, lo importante no son los tropiezos en el camino. Lo importantes es tener fuerzas para levantarse", clamó Pontón.

Esta, la primera mujer en protagonizar el discurso central del BNG en el Día da Patria, pidió no rendirse a los suyos, atacó a Feijóo por condenar a la pobreza a Galicia y por carecer de "dignidad"; reivindicó el nacionalismo frente al "corta y pega escrito desde Ferraz o desde la Complutense", en alusión a PSdeG y Podemos; rechazó "césares o mesías", refiriéndose a Pablo Iglesias y quién sabe si a Xosé Manuel Beiras; cargó contra Anova y sus socios por haber antepuesto sus "egos" para no pactar un gobierno de izquierdas alternativo al PP tras el 20-D; y trató de cerrar siete años de trauma recuperando al bipartito. "¡Cuánto mejor nos hubiese ido a los gallegos si en 2009 no ganase el caciquismo 2.0 de Feijóo! ¡Quién nos diese que siguiese adelante el banco de tierras, vivienda pública, apoyo a nuestra lengua y cultura y un modelo de gestión energética al servicio del país y no de esas eléctricas que nos estafan y nos roban", arengó a los suyos desde un atril en el que no se vio a su antecesor, Xavier Vence.

Tras la manifestación de unidad del año pasado, el nacionalismo volvió a escenificar ayer su división. Rota la posibilidad de ir de la mano con Anova por la apuesta de esta por aliarse con fuerzas estatales, el BNG cierra filas con otras formaciones, como el Partido Comunista do Pobo Galego y la Frente Obreira Galega. También contó con invitados, como cada año, de Bildu, PNV o la CUP, del partido que sustenta al gobierno de Venezuela o de representantes del pueblo palestino. La liturgia de banderas independentistas añadió el componente visual tradicional a una manifestación cerrada con el himno gallego tras gritos de ¡Independencia! o ¡Galicia ceibe!.