"Conjunto de dos casas de piedra, situado en aldea, en una zona rural y montañosa en el sur de la provincia de Pontevedra. Las casas se encuentran dentro de una finca de unos 2.700 metros cuadrados y a 15 minutos en coche de O Porriño". Es uno de los anuncios publicados en la página web aldeasabandonadas.com para comprar aldeas que están a la venta, en este caso por unos 99.000 euros, menos de lo que pueden costar algunos pisos en una de las grandes ciudades gallegas. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) alertan de que unas 1.669 aldeas están abandonadas en Galicia, una sangría que creció cada año con 55 núcleos desaparecidos solo en 2015. A medida que las aldeas se quedan sin vecinos aumenta el interés de familias de otros países que quieren cambiar de aires y una vida tranquila en el rural, y sobre todo jóvenes gallegos y de otras comunidades que buscan una casa de aldea para tener una vivienda propia que no pueden permitirse en las áreas urbanas. En aldeasabandonadas.com empezaron con apenas tres pueblos a la venta y desde que abrieron la página ya han encontrado compradores para medio centenar de núcleos en la comunidad gallega.

En su web ofertan a día de hoy casi 40 aldeas completas, aunque la mayoría de los compradores no quieren hacerse con el núcleo completo sino solo con una casa a la que trasladarse a vivir. La gerente del portal, Elvira Fafián explica que Galicia es "una oportunidad" para este negocio porque el 80% de los anuncios corresponden con aldeas ubicadas en esta autonomía.

El perfil del comprador ha variado en los últimos años y ya no solo se interesan por hacerse con una casa de aldea extranjeros que quieren jubilarse en el rural gallego. Los foráneos son todavía los que más demandan casas para vivir en el campo pero se trata sobre todo de familias que reclaman casas de piedra -porque el aislamiento que ofrecen lo consideran una "reliquia"- y "sin rehabilitar" para acondicionarlas a su gusto. Belgas, americanos, franceses, alemanes y argentinos, al igual que muchos hijos de emigrantes gallegos, son los que más se interesan para desconectar en verano o convertir el campo en su forma de vida atraídos por los bajos precios de las casas de aldea. Fafián aclara que algunos buscan tierras que se puedan trabajar como los inversores, aunque este tipo de viviendas han perdido interés como lugar donde instalar un negocio, debido a la sobreoferta de las casas rurales. "La gente no compra para montar una casa rural. Nos piden una casa de aldea para vivir sin reformar en cualquier rincón de la geografía gallega", insiste la representante de la página. Con este objetivo surgieron desde el inicio de la crisis nuevos perfiles de clientes. Por una parte, personas entre 45 y 55 años que se han quedado sin trabajo y no les importa cambiar de aires al ver en el campo "una oportunidad" para labrarse un futuro. Pero el colectivo que más ha repuntado es el de jóvenes universitarios gallegos que buscan independizarse y debido a la recesión, la escasez de empleo y las dificultades para ahorrar ven que en las ciudades no es "viable". En una aldea, por el contrario, podría tener una vivienda en propiedad desde un mínimo de 30.000 euros -aunque hay ofertas de aldeas enteras que llegan a los 400.000 euros- y "ve además el ahorro que supone tener impuestos como el IBI más bajos o no tener que pagar un párking para el coche". Elvira Fafián aclara que este grupo no suele dedicarse al sector primario sino que trabaja desde casa o se trasladan a otras áreas para desempeñar su puesto de trabajo. También cuentan con la opción -según señala- de alquilar la vivienda que le interesa una temporada con opción a compra.