El acoso escolar es una de las principales preocupaciones de las autoridades y de los adolescentes españoles. Motivos no les faltan, ya que los propios jóvenes confiesan que no solo son víctimas de estas prácticas, sino también ejecutores. La Xunta les preguntó a los chicos si se habían sentido acosados o si, por el contrario, habían hostigado a algún compañero. El 7,5% admitió haberse sentido amenazado, pero un porcentaje superior, el 11%, se confesaba autor de amenazas. Ellos más que ellas: un 15,5% frente a un 6,2%. En ocasiones, la cosa va a más y se pasa de las palabras a los hechos: un 8% reconoció haber pegado a otro estudiante alguna vez y uno de cada cien admitió que no fue la única. Pero no hace falta amenazar o pegar para acosar: basta con "apartar". El 22,6% recurrió a esta práctica y un 16,4% se sintió víctima de ella.