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Vuelta a la tierra para ahorrar gastos y lograr ingresos

Las huertas familiares gallegas crecen un 30% por la crisis

La superficie de los cultivos familiares en Galicia roza ya a la que ocupan las plantaciones de vino

Laura Monsoriu

El análisis del actual tejido agrario de Galicia muestra, según la Consellería de Medio Rural e do Mar, "la consolidación de una dualidad estructural". De un lado, el número "limitado" de medianas y grandes explotaciones gestionadas a tiempo completo por profesionales del sector "que hacen de ellas su único medio de vida"; y, por otra banda, "pequeñas explotaciones funcionales que requieren de una ocupación a tiempo parcial que completa las rentas de las personas titulares". Este último grupo, como destaca el departamento que dirige Rosa Quintana en su reciente decreto para regular la venta directa de productos primarios, es "creciente" y la convivencia de ambas alternativas "contribuye positivamente a la generación de empleo" y a fijar población en el medio rural. La grave crisis económica está provocando la vuelta a la tierra como fuente de ingresos ante la falta de oportunidades en el mercado laboral, como garantía de autoconsumo para compensar la merma del presupuesto familiar y como respuesta también a la cada vez mayor exigencia de calidad en el consumidor. Ahí está la justificación, según aseguran desde el propio sector, a que desde 2009 la explotación de huertos familiares en la comunidad se haya disparado un 29%.

La superficie dedicada en este ejercicio a los huertos familiares alcanza las 25.154 hectáreas en Galicia, según los datos que acaba de actualizar el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Hace cinco años eran 19.521. Las populares leiras ocupan un total de 2,5 millones de kilómetros cuadrados y representan el 1% de la superficie geográfica de la comunidad. Prácticamente el mismo espacio en el que se asienta el cultivo de uva, un 33% más que los árboles frutales y casi el doble que las plantaciones de patatas. Una quinta parte de los huertos familiares existentes en España -exactamente el 22,2%- están en Galicia.

"La producción de huerta representa hoy casi el único recurso para incorporarse a la agricultura", explica José Ramón González Rodríguez, secretario de agricultura e gandeiría extensiva de Unións Agrarias. La opción de empezar con una explotación ganadera o agraria a media o gran escala es "impensable" dados los problemas para conseguir subvenciones al carecer de derechos adquiridos y por el elevadísimo coste que conlleva el terreno y la maquinaria. "Estamos notando el interés de la gente", confirma. Con el alto nivel de desempleo y la débil recuperación, "la gente no puede comprar vacas, pero sí a lo mejor aprovechar un tractor que alguien les da " y emprender así una nueva etapa profesional.

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"Lo estamos viendo incluso en las explotaciones de leche de pequeña dimensión que echan mano de huertas para grelos, cebollas y otros cultivos para compaginar el negocio cuando cae el precio de la leche", añade José Ramón González, que subraya también la "idea magnífica" de los huertos urbanos. "Que, evidentemente, están orientados al autoconsumo, no comerciales, y permiten también a la gente ver cómo se gestiona, lo difícil que es", sostiene el responsable sectorial del sindicato agrario.

El huerto y los corrales fueron claves para asegurar la alimentación de las familias campesinas y de la periferia de las ciudades. Especialmente en los años de desabastecimiento durante la Guerra Civil española y la dura posguerra. "Salvaron a miles de familias", como recuerda un especial sobre la agricultura familiar que publica Ambienta, la revista del Ministerio de Agricultura. "Esta idea de crear hogares y dotarlos de un recurso alimentario autónomo aparece ya desde comienzos del siglo XX en la "Casas Baratas", los "Barrios Hogar" y los "Poblados de Colonización", señala. El huerto es, "al igual que en la Roma clásica y los oasis", jardín, campo, botica y despensa a la vez.

Aunque esa función original como "fuente imprescindible para la alimentación de la unidad familiar" se ha perdido gradualmente en todo el país, en los entornos rurales, como en el caso de Galicia, y mayoritariamente por la mano de gente mayor, las miniexplotaciones lograron aguantar y su recuperación ahora es "un fenómeno que merece reseñarse". Los expertos de Ambienta apuntan "el resurgir del interés por la agricultura para el abastecimiento familiar" desde que se empezaron a conocer "los numerosos problema de salud que implicaba la agricultura intensiva" por el "uso y abuso" de productos químicos.

"Esta tendencia se ha acrecentado en la época de profunda crisis económica que estamos viviendo debido a las necesidades alimenticias en sí de muchas familias con penuria económica", asegura el informe del Ministerio de Agricultura. Cada vez hay más huertos familiares, "muchos de los cuales han tenido que nacer en solares rodeados de viviendas, en medio de las ciudades y pueblos o en su extrarradios".

A la realidad económica y social se suma en el caso de Galicia la importancia del reconocimiento "al buen producto" autóctono. En el sector alimentario sostienen que ya no hay gran cadena de distribución que en sus establecimientos de la región no cuente con una línea dedicada a la huerta gallega. Algo que, además, se ha convertido en una herramienta de "marketing y promoción". Es habitual que los supermercados y los híper expriman públicamente sus compras anuales a proveedores locales y los contratos firmados con cooperativas. Incluso que buena parte de esos encargos se vendan en sus tiendas de otras comunidades. Las adquisiciones, según sus propios balances, superan los 2.000 millones de euros al año.

Leche, ternera y aves suponen la mitad de la producción agroganadera gallega

  • El valor de la producción del sector agrícola y ganadero durante 2012 alcanzó los 3.191,8 millones de euros, según los datos actualizados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Muy por delante del resto está la leche, con un 20,9% del negocio total, casi 670 millones de euros. La carne y ganado bovino aportaron 464 millones, el 14,5%. El 12,6% viene de la crianza de aves. La producción de plantas forrajeras, aquellas destinadas al consumo animal, movieron 319,4 millones de euros, el 10%. Un porcentaje muy similar a las hortalizas -las flores y plantas de vivero están dentro de este grupo-, el 9,8%, con 314 millones de euros. La fruta representa el 9,3%, con 296,5 millones de euros en 2012. La carne de cerdo se sitúa en el 6,1% del conjunto del negocio, cerca de los 193 millones de euros. La patata concentra el 5,5%, por encima de los 175 millones de euros. Los huevos, un 2,6% (84,36 millones) y un 0,9% el vino (31 millones). El gasto en consumos intermedios dejó una factura de 1.763 millones de euros, de los que el desembolso en piensos se lleva el 74% y un 8,1% el mantenimiento material. La renta agraria cayó un 3,4% con respecto a 2011, hasta los 1.224,61 millones.

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