Casi tres años después de que el Estado asumiera el timón de mando, Novagalicia acaricia de nuevo la privatización. A la adjudicación el pasado diciembre de la entidad a Banesco, se sumó ayer el beneplácito definitivo de la Comisión Europea a la venta. Y, lo que es más importante, a la revisión del ajuste impuesto como contrapartida a los 5.400 millones de euros recibidos para su recapitalización a cargo del rescate comunitario. Ninguna de las dos partes aporta muchos detalles sobre las modificaciones autorizadas, aunque Bruselas asegura que el plan de negocio planteado por el grupo presidido por Juan Carlos Escotet "es, en líneas generales, coherente con los principios de reestructuración original". Por lo que NCG, que se integrará con el Etcheverría y en breve cambiará de nombre y marca, "continuará con la reducción de tamaño" en "activos, presencia geográfica y los segmentos de negocio". El futuro del actual Expediente de Regulación de Empleo (ERE) -que afecta a unas 350 personas- y los recortes laborales que teóricamente quedan pendientes para llegar a los límites marcados en el llamado term sheet son una incógnita, a la espera de que ambas partes ultimen qué datos son confidenciales y cuáles no.

"La venta facilitará una resolución ordenada del banco, sin incurrir en ayudas estatales adicionales a NCG o al comprador, y las modificaciones propuestas no ponen en peligro el restablecimiento de la viabilidad a largo plazo de NCG, ni aumenta el riesgo de distorsión de la competencia en el mercado único", resume la Comisión Europea en el comunicado con la autorización al "plan de reestructuración revisado" para la hasta ahora nacionalizada "tras su venta al grupo Banesco".

Como se intuía, NCG y el Etcheverría serán una única entidad. Bruselas habla de "fusión". "El plan de negocio aprobado contempla la integración de NCG con Etcheverría", concreta el banco heredero de la fusión de las cajas. El resultado será "una entidad de crédito saneada y centrada en el mercado de Galicia y el norte de España". Desde NCG prevén que la unión se ejecute "a principios del cuarto trimestre de 2014". Será, pues, un calendario apretado, pero aparentemente fácil de cumplir gracias a que el futuro consejero delegado, Francisco Botas, dejó en marzo la dirección del Etcheverría para llevar la dirección general de NCG. Bruselas ha tenido muy en cuenta los plazos. De hecho, uno de los aspectos "más importantes" que destaca la propia Comisión es que las autoridades españolas "se han comprometido a acortar el plazo de reestructuración". ¿Por qué el compromiso viene de la administración? Porque, pese a que los altos cargos de NCG y Banesco estuvieron en primera línea de las negociaciones, formalmente la petición de cualquier modificación de la hoja de ruta tenía que venir del Estado, como garante que es del macropréstamo transferido para ayudar a la banca.

La Comisión Europea defiende que el desembarco de Banesco le permitirá que NCG "recupere la viabilidad a largo plazo gracias a su integración en una entidad de crédito saneada". Eso sí, con las mismas premisas que lo marcado tras su rescate. El banco "seguirá cambiando radicalmente su perfil comercial, liquidando activos no esenciales y actividades de mayor riesgo". El objetivo pasa por convertirse "en un banco regional del norte de España centrado en las actividades bancarias tradicionales", con garantías de que tanto la entidad como "sus propietarios" continúen también "contribuyendo de forma adecuada a los costes de reestructuración". En ese caso, según Bruselas, con "las restricciones aplicables, sobre todo en lo que se refiere a remuneración y la política de dividendos".

NCG mantiene, además, la dieta. El term sheet marcaba una reducción de entre el 30% y el 40% del balance respecto a junio de 2012. Las últimas cifras, a cierre de 2013, situaban el ajuste en un 25% ya. La revisión autorizada incide en "la continuación de la reducción de tamaño de NCG desde el punto de vista de los activos, la presencia geográfica y los segmentos de negocio". Sobre esto, Novagalicia sí aporta alguna luz más y anuncia la desaparición de las limitaciones en remuneración variable a la plantilla. Se implantará. El banco ya avanzó a sus trabajadores un sistema de incentivos por oficina para premiar el crecimiento del negocio, que era uno de los retos que planteaba Escotet tras vencer en la subasta. El otro era aliviar las restricciones al crédito -NCG quiere inyectar 12.500 millones de euros en cinco años al tejido productivo-, que es otro de los asuntos todavía bajo confidencialidad.

A la hora de repartir dividendos, NCG asegura que se regirá "por las mismas reglas generales que afectan al resto de entidades financieras españolas".

Y ahora, ¿qué? Lo más inmediato, mañana, con la cumbre organizada con 4.000 trabajadores de las dos entidades, a los que se presentará el plan de negocio. El lunes se celebrará la junta de accionistas que consume el relevo en las riendas y el jueves habrá una presentación institucional del "nuevo banco" con entre 500 y 600 invitados. Será el momento de estrenar también la imagen comercial. Uno de los grandes secretos.