El reparto de los objetivos de déficit entre Comunidades Autónomas no es lo mismo que la discusión sobre el reparto de fondos adicionales proporcionados por la Administración central.

De lo que se trata es de contar con la posibilidad de endeudarte más o menos, sabiendo que esa deuda va a tener que soportarla en el futuro cada autonomía. Por tanto, una mayor cuota de déficit hoy no es un almuerzo gratis.

Ya he escrito en más de una ocasión que una cosa debe ser la fijación de una regla estructural de reparto de déficit y otra distinta la forma a la que nos enfrentamos a una situación extraordinaria como la actual. Sobre lo primero, lo que debe defender la Xunta, por ser lo más racional, es que el déficit se reparta en función del tamaño presupuestario de cada territorio. El criterio del PIB no tiene sentido cuando los recursos de cada gobierno regional dependen menos de su riqueza que de sus necesidades de gasto y, por tanto, existen transferencias compensatorias. Sobre lo segundo, mi opinión es que los márgenes adicionales que nos ha brindado la Comisión Europea deben cederse a los territorios que a finales de 2012 estaban más lejos del objetivo para 2013. Obviamente esa cesión supone cooperación y debería anotarse en el haber de quienes hoy son generosas para cuando las tornas cambien y los que necesiten de la cooperación sean (seamos) otros. En particular, en la necesaria y urgente discusión sobre el futuro del Fondo de Compensación Interterritorial.

A partir de lo anterior, la Xunta de Galicia debe ser consciente de que llega con cumplir con el déficit pactado. Que ir más allá debilita todavía más la demanda interna, agrava la crisis y genera desempleo. En particular, las reducciones asimétricas de salarios de los empleados públicos en Galicia están deteriorando más el consumo y contribuyendo a cerrar comercios. Esta asimetría debería preocuparnos más que la del reparto en los objetivos del déficit.

*Catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Vigo @SantiagoLagoP