Seguramente en la Edad Media habría costado a reconocer a peregrinos famosos, por muy reyes o santos que fueran, como Conrado I, el Duque de Sajonia, Jaime I el Conquistador, Eduardo I de Inglaterra o Santa Isabel de Portugal. Entonces no existían los medios de comunicación de masas. Los monarcas de hoy en día no pasan desapercibidos. No lo logró la Reina Sofía ni tampoco el príncipe Felipe, que recorrió 25 kilómetros de la ruta del Apóstol en 1999.

En la actualidad, resulta complicado para un personaje público pasar de incógnito en el Camino y, de hecho, algunos no lo intentan. Es el caso de Jenna Bush, hija del ex presidente de Estados Unidos, George Bush, que realizó el recorrido junto a dos amigas y... ocho escoltas. Lo mismo que la presidenta de Irlanda, Mary McAleese, cuyos guardaespaldas interpretaron con celo su papel pese a que su rostro no es excesivamente conocido por el gran público.

Escolta, pero de otro tipo, llevó consigo también David Bisbal, que hizo la ruta en bicicleta acompañado por Miguel Indurain, Abraham Olano y Roberto Heras, un triunvirato que no invitaba precisamente a la discreción, una cualidad que sí valoraba Manuel Díaz, "El Cordobés", aunque se quedase en un mero deseo. No fue el único torero que pisó la ruta. También lo hizo Ortega Cano, quien anhelaba, según dijo, cumplir una promesa, el mismo motivo que empujó a Javier Irureta a coger la mochila. Luis Aragonés, o la presidenta de Argentina, tienen, sin embargo, una promesa pendiente. Y no fue una promesa, sino "la fe mueve montañas", la que hizo que se apuntase a la experiencia Tita Cervera, con su hijo Borja Thyssen, en el año 2000.

El arquitecto Norman Foster aspiraba a pasar desapercibido, pero, vista la cobertura mediática que le recibió al alcanzar el Obradoiro, tampoco lo logró. Eso no impidió que calificase la experiencia de "extraordinaria", llena de "satisfacción y muchos contrastes". Tampoco se quedó en el anonimato el sindicalista Cándido Méndez, que recorrió la ruta en 2002, y al que reconocieron sus compañeros de viaje.

El cine ha sido el culpable de que muchos rostros conocidos se hayan sumado a los que ponen pisadas en el camino del Apóstol. Pronto llegará a las pantallas "The way", filmada por Emilio Estévez y protagonizada por su padre, Martin Sheen, quien sucumbió al embrujo jacobeo hace seis años acompañado por su nieto y un amigo. Más papista que el Papa, y puesto a refrendar sus orígenes gallegos –Salceda de Caselas, para más señas–, Sheen cumplió 69 años en Santiago de Compostela.

Muchos actores han hollado los pasos de los peregrinos, aunque sólo fuese para escenas de una película o una serie, como Anthony Quinn y Charlton Heston con "Camino de Santiago", o, en los últimos tiempos, Malena Alterio y Fernando Tejero, bajo las órdenes de Roberto Santiago en "Al final del Camino". Un actor al que sí se esperaba ver cayado en mano, pero que todavía no ha cumplido, es Michael Douglas, quien, paradójicamente, es miembro de la Orden del Camino de Santiago.

No sólo hicieron la ruta, sino que la rentabilizaron, la actriz Shirley McLaine, que publicó un libro de éxito, un ejemplo que siguió Paulo Coelho y que no le fue a la zaga. El Camino hizo mucho por ellos. Al revés, hizo mucho por la ruta Marcelino Oreja, un verdadero forofo y experto de los kilómetros xacobeos.

Al lado de cientos de miles de romeros anónimos, siguieron la flecha amarilla personajes como la actriz Lucía Bosé, o la cantante de Presuntos Implicados, Sole.

Una de las últimas adquisiciones del Apóstol fue el científico más conocido del planeta, el físico británico Stephen Hawking, quien realizó, debido a su condición, un tramo simbólico del Camino hace dos años cuando acudió a recibir el premio Fonseca.