México despidió ayer a Juan Camilo Mouriño con los honores de un estadista. Los padres,_Carlos y Ángeles, su hermana Miriam, su esposa Marigeli y los hijos de ésta recibieron el aliento del presidente de la República, Felipe Calderón, del gobierno en pleno y de un millar de personas. Junto al cuerpo de Mouriño, el de los otros ocho ocupantes de la avioneta que se estrelló el martes en la capital. Calderón rindió así homenaje a su más estrecho colaborador e íntimo amigo en un acto que no se recordaba desde los funerales en 1994 del secretario general del Partido Revolucionario Institucional, José Francisco Ruiz Massie, muerto en atentado.

La ceremonia se celebró en el Campo Marte, una instalación militar ubicada en el oeste de la ciudad, muy cerca de donde cayó a tierra la avioneta, lugar al que acudieron los presidentes del Senado, la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de Justicia y de los principales partidos políticos de México, entre otras autoridades. Los féretros, cubiertos con banderas de México, fueron cargados cada uno por seis miembros de la Guardia Presidencial y escoltados por dos agentes de la policía, frente a una corte de seis compañías militares y dos bandas de guerra. El ataúd de Mouriño fue puesto sobre una tarima y, metros atrás, los de sus colaboradores.

El presidente aseguró que los fallecidos "honraron siempre su vocación con altos principios, dedicación total y amor a México". Y tuvo palabras sentidas para Mouriño:_"Fue uno de mis más cercanos colaboradores y uno de mis mejores y más entrañables amigos. Entre sus mayores logros, destacó que Mouriño promoviera "el diálogo y el acuerdo entre los poderes", especialmente con el Legislativo. Calderón reprochó que Mouriño fuese "objeto de críticas y víctima de calumnias" porque era un "hombre franco y honesto".

Calderón, con lágrimas en los ojos, dio el pésame personalmente a los familiares de los fallecidos, y les entregó la bandera que cubría sus féretros. Carlos Mouriño, entonces, se derrumbó y besó la bandera.