"El concepto de independencia es del siglo XIX", sostiene el lendakari Íñigo Urkullu, para quien "en un mundo globalizado, la independencia es imposible". Al comienzo de su segundo mandato, el jefe del Gobierno vasco afirma que su estrategia nacionalista consiste en conseguir "más autogobierno para desarrollar las potencialidades del país en soberanía compartida".

"Nuestro nacionalismo no es aislacionista ni excluyente", manifiesta en una entrevista publicada ayer por el "El País". Urkullu asegura que su defensa del derecho a decidir "comprende el reconocimiento de Euskadi como nación, un sistema efectivo de garantías y la capacidad de consulta a los ciudadanos".

Como propósito institucional, quiere "recuperar una relación bilateral" con el Gobierno central. Para ello, Rajoy "tiene que asumir la renovación del modelo del Estado". Urkullu establece paralelismo con la situación catalana al apuntar que "conozco la voluntad de diálogo de los dirigentes catalanes con el Estado y si éste lo ejercitara podría haber una vía no sólo para Euskadi y Cataluña sino para todos". Lo que no entiende es "el nacionalismo hegemónico, como el español, que practica el PP".

Respecto al pacto con los socialistas sobre el que se sustenta su Gobierno, explica que "PP y Podemos se autoexcluyeron. Bildu está condicionado por Podemos y su pasado". A diferencia de esas formaciones, "con el PSE, además de la relación histórica, había un pacto en políticas desde 2013, así como en ayuntamientos y diputaciones". "No sumamos mayoría, pero podemos hablar con todos", añade.

Urkullu considera necesaria la concurrencia del Gobierno para un final ordenado de ETA. Ese proceso tiene "como primer paso el desarme y disolución de ETA, una lectura autocrítica del pasado. Pero también la modificación de la política penitenciaria", afirma.