La senadora y exalcaldesa de Valencia Rita Barberá murió ayer de un infarto a los 68 años de edad, dos días después de declarar como imputada ante el Supremo por un presunto caso de blanqueo. Su fallecimiento, ocurrido en un hotel de Madrid próximo al Congreso, coincidió con la celebración de la primera sesión de control al Gobierno en un año, y sumió en la consternación al PP, que se deshizo en alabanzas a la finada.

De hecho, algunos dirigentes populares denunciaron el "linchamiento" que Barberá sufrió en los últimos meses. La senadora tuvo que abandonar en septiembre la militancia del PP y pasar al Grupo Mixto, después de recibir un ultimátum del partido para que entregara el carnet o renunciara al acta de senadora por designación autonómica.

Al comienzo de la sesión de control en la Cámara Baja, su presidenta, Ana Pastor, invitó a los diputados a mantener un minuto de silencio por Barberá. Todos lo hicieron menos los de Unidos Podemos. Su secretario general, Pablo Iglesias, justificó esta postura en que "un minuto de silencio es un homenaje póstumo, y nosotros no vamos a participar en un homenaje a una persona cuya trayectoria ha estado marcada por la corrupción".

Sin embargo, en el Senado, los parlamentarios de Unidos Podemos sí aceptaron sumarse al minuto de silencio, pero después de deliberar, dado que no había unanimidad entre ellos.

Fue una hermana de Barberá la que, a primera hora de la mañana, llamó a los servicios de emergencias de Madrid para que acudieran al hotel Villa Real a atender a la senadora. Intentaron reanimarla durante más de treinta minutos, pero no lo consiguieron. Por la tarde la autopsia confirmó el infarto como causa del deceso.

Barberá fue vista en público por última vez el pasado lunes, antes y después de comparecer ante el Supremo. El martes, día de sesión de control al Gobierno en el Senado, no ocupó su escaño. Y horas antes, cuando los senadores con los que suele comer comprobaron que no acudía a la cita, la llamaron por teléfono y ella misma les dijo que no se encontraba bien.

El fallecimiento de Barberá provocó una cascada de reacciones: las del PP cargadas de elogios a la senadora; las del PSOE y Ciudadanos, respetuosas por ser el día que era.

El expresidente José María Aznar lamentó que Barberá falleciera "habiendo sido excluida del partido al que dedicó su vida". La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, admitió que los dirigentes del PP están "impactados y apenados", y la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, calificó a Barberá de "mujer honesta".

El ministro de Justicia, Rafael Catalá, advirtió: "Cada uno tendrá sobre su conciencia las barbaridades que ha dicho sobre Barberá sin ninguna prueba".

El funeral por Barberá se oficiará hoy por la tarde en Valencia, y su familia ha expresado su deseo de que se celebre en la intimidad, sin la presencia de instituciones ni partidos políticos. El Ayuntamiento convocó un Pleno para honrar a la fallecida y decretó tres días de luto en la ciudad.

Barberá, que esquivó la imputación en cuatro causas (Nóos, Gürtel, Emarsa y Ritaleaks), fue imputada por un caso de blanqueo en su última campaña, cuando perdió la Alcaldía. La investigación está relacionada con ingresos de más de 200.000 euros detectados en cuentas del PP de Valencia y con donaciones de mil euros efectuadas por ediles y la propia Barberá que supuestamente se les devolvió en dos billetes de 500 de procedencia ilícita.