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La crisis de los socialistas

Sudor y lágrimas en un PSOE partido

El comité federal que tumbó a Pedro Sánchez incluyó llantos e intentos de agresión en un clima de bochorno

Una asistente al comité federal (a la derecha) increpa a Josep Borrel el sábado en Ferraz.

"No te equivoques, vienen a matarnos", le dijo a Pedro Sánchez uno de los suyos casi desde el comienzo del comité federal que durante 16 horas (incluyendo la aprobación final de la gestora) convirtió al PSOE en un espectáculo de incomunicación, quiebra interna y desmoronamiento. El partido solo pudo salvar algunos muebles al final, al terminar la jornada que se antojaba inacabable con una gestora que gobernará el PSOE. Y sí, Pedro Sánchez terminó sacrificado, aunque con promesa de resurrección.

"¿Cómo podemos estar haciéndonos esto?", señalaba uno de los asistentes. La perplejidad y el abatimiento reinaron entre los integrantes del comité, la mayor parte de ellos ajenos a las tensas reuniones en los despachos de Ferraz.

A partir de las ocho de la mañana comenzaron a llegar los participantes en el cónclave: algunos aprovecharon para entrar en coche al garaje de la sede; otros hicieron el paseíllo por la calle Ferraz enfrentándose a gritos, insultos o aclamaciones por parte de decenas de personas. A las nueve, hora prevista para el inicio, aún faltaban algunos por llegar, pero daba igual: ni siquiera existía acuerdo sobre cómo se desarrollaría el debate.

Los dos bloques que protagonizaron un choque explosivo llegaban con dudas sobre el resultado final de una votación. Como prueba los "sanchistas" argumentan que hasta llegó desde Washington Trinidad Jiménez, afín a los barones. No obstante, la calculadora de los "críticos" demostró funcionar mejor. Esas dudas fueron la clave que prolongó hasta lo exasperante la reunión. El resultado de la primera decisión votada, la que fuese, dejaría claro quién tenía más apoyos. La incertidumbre real sobre cuántos eran de cada cual hacía que cada parte intentase fórmulas distintas. Los "críticos" de Susana Díaz y los barones reclamaban una votación a mano alzada, que retratase los apoyos. Los "sanchistas" querían voto secreto, confiados en fisuras en las grandes federaciones de Andalucía y Extremadura, aparentes feudos de los "críticos".

Mesa fracturada

La mesa del comité, que debía velar por el proceso, evidenciaba ya la fractura. La presidía la andaluza Verónica Pérez, de las filas de Susana Díaz y que mantenía su mantra de que ella era "la única autoridad" en el órgano. Pero la mesa está formada por otras dos personas: el vasco Rodolfo Ares (vicepresidente) y la catalana Nuria Marín (secretaria). Ambos, afines a Sánchez. En algún momento los miembros de la mesa llegaron a bloquearse los micrófonos uno a otro.

Hubo debate ya sobre si se aceptaba esa mesa o se votaba la elección de una nueva, aunque finalmente se pactó mantenerla. Una clave: de haberse querido otra debería elegirse con voto secreto. Eso causó casi cuatro horas de retraso que permitieron un comienzo que condujo a un receso casi inmediato.

Tras la pausa, nuevo intento de iniciar el debate para decidir si habría o no el congreso exprés que defendía Sánchez. Bronca de nuevo. El debate estaba ahora en el censo. Los "críticos" consideraban cesada a la Ejecutiva, por lo que los integrantes afines a Sánchez no podían votar. Pedro Sánchez y los suyos defendían su permanencia: había en juego un puñado de votos. Finalmente, Sánchez admite que puedan votar los integrantes de la Ejecutiva del sector "crítico" que habían dimitido el pasado jueves. Quince de los 17 dimisionarios habían quedado fuera, pero aguardaban en un bar próximo a Ferraz por si tenían que entrar a sumar votos para los "críticos". Los de Susana Díaz no cayeron en el señuelo: si aceptaban eso darían por válida a una Ejecutiva que no reconocían y eso podría tener consecuencias si había que sacar el as en la manga de acudir a los tribunales. Finalmente se acepta un censo de 253 personas.

Después de comer se alcanza un punto de acuerdo en votar sí o no al congreso exprés. Pero la discusión es si a mano alzada o voto secreto. Los "críticos" esgrimen el reglamento: las votaciones se hacen a mano alzada salvo las de cargos. Para lo que querían los "sanchistas" el propio Comité debía votar a mano alzada si votaba con voto secreto o no.

Sobre las seis todo se acelera. Vuelve a producirse una discusión entre los integrantes de la mesa y Rodolfo Ares dice: "Vamos a votar ya". Tras una mampara hay varias urnas y los dos "sanchistas" de la mesa se disponen a votar. Los "críticos" estallan al considerar que no hay control alguno de esa votación con gritos de "pucherazo" y "sinvergüenzas". En medio del caos, Susana Díaz grita entre sollozos: "¡Compañeros, ya da igual, están matando al PSOE!".

Conato de agresión a Sánchez

La tensión es enorme. El andaluz Juan María Cornejo va hacia Pedro Sánchez como un tiro y entre dos impiden una posible agresión. Otro miembro del Comité propina un puñetazo a un trabajador de Ferraz, aseguran algunas fuentes.

José Antonio Pérez Tapias, exlíder de Izquierda Socialista y afín a Sánchez, abandona abochornado la reunión, confundido con lo que está sucediendo: "El partido está roto en estos momentos", declara.

Los "sanchistas" detienen la votación pero los "críticos" no cesan con la recogida de firmas. "Hubo coacciones, ví a militantes muy significados llorar agarrados del brazo para firmar, como llevados al cadalso", dicen fuentes próximas a Pedro Sánchez.

Los de Susana Díaz necesitaban un 20 por ciento de firmas para poder imponer una moción de censura. Logran 129, una mayoría absoluta del Comité. La mesa discute y las rechaza afirmando que una moción de censura solo puede aceptarse en un comité federal ordinario, no en uno extraordinario.

Pero ante los números, Sánchez sabe que todo está perdido. Pedro Sánchez incluso negocia su dimisión a cambio de que una comisión política active un proceso para consultar a las bases la abstención o el no a Rajoy. Díaz no lo acepta.

El aún secretario general reúne a sus más fieles: "No podemos seguir dando este espectáculo. Votaremos a mano alzada y sabremos cuántos perdemos", les dice. Los "sanchistas" calculaban que en una votación secreta ganarían por cuatro.

Se vota el congreso exprés. A mano alzada y por orden alfabético. Cuando van por la P ya queda clara la mayoría "crítica". El resultado final da una victoria de los de Susana Díaz por 25 votos. Apenas unos minutos después Pedro Sánchez toma la palabra: "Ha sido un orgullo ser el secretario general del PSOE. Os anuncio mi dimisión irrevocable".

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