Pedro Sánchez ha hincado finalmente la rodilla después de perder en el Comité Federal del PSOE la votación para la convocatoria de un Congreso Federal y primarias que debían servir para elegir de nuevo a un secretario general, cargo que aspiraba a renovar.

Sánchez ha cumplido así con su promesa en medio de las presiones de los dirigentes territoriales, que durante los últimos meses han maniobrado para destronarle y a los que intentó desafiar hasta el final para mantener en pie su proyecto.

Tras la marcha de Sánchez, muchas son las preguntas que quedan en el aire. La más importante es ¿cómo se resolverá ahora la falta de gobernabilidad de España?

La gestora creada por el PSOE para llevar las riendas del partido hasta la elección de una nueva dirección deberá decidir en el plazo de una veintena de días si, una vez enterrado el gobierno alternativo que pretendía Pedro Sánchez, permite que gobierne Mariano Rajoy o habrá terceras elecciones.

La dimisión de Sánchez ha dejado por tanto reducidas a dos las posibilidades de futuro existentes ante el bloqueo de la situación política.

Pero las posiciones mantenidas hasta ahora por los barones críticos al ya exsecretario general socialista abren la posibilidad de que Rajoy cuente con apoyos suficientes para obtener la confianza del Parlamento.

El plazo para dilucidar si habrá gobierno o no es el 31 de octubre, ya que esa es la fecha en la que, en caso de no haber logrado nadie su investidura, se convocarán automáticamente las terceras elecciones.

Por tanto, son 30 los días que restan hasta entonces, pero la gestora tendrá que haber tomado su decisión antes, ya que apurar el plazo haría imposible una investidura.

El Rey debería celebrar una ronda de consultas con los representantes de los partidos para conocer si hay posibilidades de que un candidato (Rajoy es ya el único con opciones) pueda superar la investidura y encargarle que lo intente.

No es previsible que la primera semana de octubre pueda celebrarse esa ronda porque el PSOE ha de determinar ahora sus plazos para adoptar una decisión.

Por tanto, al menos hasta la segunda semana de octubre no parece fácil que Felipe VI llame al Palacio de la Zarzuela a los líderes de los partidos, y en esa semana se celebra el miércoles 12 la Fiesta Nacional.

A diferencia de lo que ocurrió en el primer intento de Rajoy, si hubiera ahora otro, el debate de investidura ya no tendría que iniciarse obligatoriamente en martes.

El motivo para elegir ese día tanto en el debate fallido de Rajoy como en el de Sánchez en la breve legislatura pasada, es que de esa forma, si nadie lograba los apoyos necesarios en el plazo de dos meses desde el fracaso en la primera votación, las elecciones, cumpliendo los plazos fijados en la ley, se celebrarían en domingo.

Ahora eso ya no es necesario y el debate podría comenzar cualquier día de la semana.

En la primera jornada se conocerían los planes del candidato y en la segunda se votaría. Si no consigue la mayoría absoluta, se volvería a votar 48 horas después y ya bastaría una mayoría simple.

Eso es lo que tendría que ocurrir como máximo el 31 de octubre para evitar las terceras elecciones.

Pero la última semana de octubre, en concreto los días 28 y 29, tanto el Rey como el presidente del Gobierno en funciones tienen cita en Cartagena de Indias (Colombia) para participar en la cumbre iberoamericana.

En consecuencia, lo lógico sería que, si hubiera debate, no se apuraran tanto las fechas.

Además, en la semana anterior, el 20 y 21 de octubre, Rajoy debería acudir a una reunión del Consejo Europeo en Bruselas.