El socialista Pedro Sánchez descarta gobernar con apoyos independentistas e insiste en hacerlo con Podemos y Ciudadanos, pese a que ambas formaciones se excluyen mutuamente como posibles partícipes de un acuerdo. El secretario general del PSOE hablará la semana próxima con Pablo Iglesias, de Podemos, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, con el objetivo de conformar un acuerdo que le permita defender su opción de gobierno con el respaldo de 188 diputados en el Comité Federal de su partido, convocado para el 1 de octubre. Sin embargo, las perspectivas no son nada halagüeñas.

Rivera, que se desmarca de cualquier alianza con independentistas y populistas, considera "inviable" el Gobierno alternativo de Sánchez y rechaza respaldar una solución que consista en que el candidato del PSOE sea presidente "tres cuartos de hora". El líder de Ciudadanos cuestiona la pretensión del socialista que pretender "configurar gobiernos con 44 partidos políticos, con el peor resultado de su historia, con un partido dividido y con una crisis interna", al tiempo que lo invita a recapacitar sobre "por qué un día su partido gobernó con 212 escaños y por qué ahora tienen 85, y por qué un día un proyecto del PSOE pudo poner en marcha la modernización de nuestro país y ahora son incapaces ni siquiera de ponerse de acuerdo entre ellos".

El líder de la formación morada criticó ayer que Sánchez insista en un pacto con Podemos y Ciudadanos. Iglesias, quien ya aclaró que él marcará la pauta de negociación de su partido, quiere compartir gobierno con los socialistas, para lo que propone un primer pacto entre su formación y el PSOE. A ese núcleo de 156 diputados, que sería "la única alternativa" a un ejecutivo de Rajoy, Iglesias propone sumar a los partidos independentistas cuyo respaldo permitiría la investidura de Sánchez como presidente. Las futuras alianzas con el PSOE han agudizado el debate interno de Podemos y, frente a la posición del líder, su segundo, Íñigo Errejón abre la posibilidad de respaldar a los socialistas sin entrar en un gobierno y mantenerse en la oposición. El apoyo de Podemos dependería, según Errejón, de la "disposición" del PSOE.

La discusión sobre la conveniencia y el modo de acercarse a los socialistas está muy presente en Podemos desde que se planteó en marzo pasado con motivo de la fracasada investidura del candidato del PSOE. En el último día de la campaña de las elecciones gallegas, Sánchez rememoró aquel episodio al achacar a la "intransigencia" de Iglesias que no haya en España un gobierno progresista. Ahora le insta a "dejarse de debates sobre la dureza o la blandura" y a "trabajar duro" para "echar a Mariano Rajoy de La Moncloa".

El frente interno

El catalán Miquel Iceta, uno de los escasos líderes territoriales socialistas con afinidad con Pedro Sánchez, mantenía ayer abierta la posibilidad de un acuerdo con Podemos y Ciudadanos para respaldar a un ejecutivo del que no formarían parte. Como vía alternativa, Iceta apunta al apoyo de los nacionalistas siempre que haya una renuncia preliminar a su exigencia de un referéndum para la independencia de Cataluña. Sin ese cambio de posición no sería posible sumar sus votos para una posible investidura de Pedro Sánchez. El líder del PSC insta a sus compañeros de partido a salir de la posición insostenible de rechazar a la vez Rajoy y la celebración de unas terceras elecciones y dejar las manos libres al secretario general para explorar una alternativa de gobierno.

Otros dos barones, estos con responsabilidad institucional, defienden que el PSOE siga en la misma posición y mostraron su preocupación por la amenaza de Sánchez de convocar un congreso sin que haya gobierno, con el objetivo de consolidar su liderazgo. En un encuentro institucional, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y el de Aragón, Javier Lambán, mostraron su confianza en que el cónclave interno se posponga, como así está pactado, hasta después del desbloqueo político. "Estoy absolutamente convencido de que el máximo responsable del partido que es Pedro Sánchez no incurrirá en la arbitrariedad, inconsecuencia e irresponsabilidad que supondría desdecirse de sus propias palabras y desdecirnos de lo que hemos hablado hasta la saciedad", afirmó Lambán.