El llamamiento del Rey a defender la unidad de España provocó ayer el unánime rechazo de los nacionalistas.

Para el presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas, resulta comprensible que Felipe VI defienda la unidad, pero le gustaría "notar más sensibilidad hacia los derechos de los catalanes". Mas lamenta que el discurso del Rey "presenta, aunque sea indirectamente, el tema de Cataluña como imposición de unos sobre otros" y rechaza que la mayoría use sus normas, su fuerza, su voz y sus votos para "ahogar los anhelos de la minoría que representa Cataluña" y pide un acuerdo con el Estado para canalizarlos democráticamente.

Para la presidenta del Parlament catalán, Carme Forcadell, Felipe VI hizo el mensaje que le corresponde y que "está en la línea de una monarquía que es uninacional y unilingüística".

El cabeza de lista de ERC en las generales, Gabriel Rufián, calificó de "indecente" que el Rey dé "lecciones de democracia". Hubo "una imagen indecente del Rey dando lecciones de democracia en el salón de un palacio más grande que la mayoría de las casas de las personas que dice representar", señaló Rufián, para quien el objetivo es "seguir trabajando para conformar la futura república catalana, que es lo que la gente ha votado; al Rey no lo ha votado nadie"

El diputado electo del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, reprochó al monarca que interviniera "lanzando al 'catenaccio' nacional, como si el Estado se fuera a terminar", en lugar de enviar un mensaje de ilusión.

En contraste, la diputada electa de Coalición Canaria (CC), Ana Oramas, considera que el discurso real fue más de Estado que de Navidad y que en él Felipe VI abordó los grandes asuntos que preocupan tanto en España como en Europa.