La matanza de París sorprende al titular de Exteriores entre Alicante y Barcelona y le obliga a pasar la noche en vela. Conmocionado por la masacre, García Margallo (Madrid, 1944) cree "urgente" acabar con el Estado Islámico, al que se refiere como Daesh, y su "amenaza planetaria". Reclutado por Rajoy para el Congreso, admite que la corrupción ha hecho al PP y afirma que los separatistas llevarían a Cataluña a la "quiebra total".

-La matanza terrorista de París va mucho más allá de un terrible ataque contra Francia. ¿Cómo la interpreta usted?

-Estamos ante un salto cualitativo del terror; un antes y un después. Cuando apareció el Daesh [o Estado Islámico] ya vimos que estábamos ante un grupo diferente por tres razones: en primer lugar; no se limitan a ser una organización terrorista convencional, sino que usan el terror como arma esencial; en segundo lugar, cuentan con una preparación militar muy sofisticada, dirigida por los jefes militares del ejército de Sadam Husein y, finalmente, se sirven de las redes sociales como ninguna otra organización. Está muy claro que la masacre de París ha sido organizada desde el exterior. También llama la atención que hasta hace poco este grupo actuaba por medio de "lobos solitarios", pero ahora recurren a elementos suicidas con elevada preparación militar. Es igualmente destacable que su ámbito de actuación es universal. Hasta ahora, sus objetivos se centraban en países musulmanes -Siria, Irak y Libia-, pero ahora han puesto en su punto de mira a los países occidentales y de un modo indiscriminado.

-¿Y qué tipo de respuestas puede preparar Occidente frente a estos ataques indiscriminados?

Esta nueva amenaza nos obliga a una estrategia defensiva que abordaremos este lunes en el Consejo de Ministros de Bruselas y tratará Rajoy en el G-20 en Turquía. Todos coincidimos en que la estrategia defensiva debe ser coherente para acabar con los conflictos de origen en Libia, Siria e Irak. Es urgente, prioritario y capital acabar con el Daesh, cuya amenaza ya es planetaria.

-¿Hasta qué punto la masacre de París supone una amenaza directa o inminente para España y otros países del entorno?

-Nunca hemos dejado de estar preocupados y haciendo lo que teníamos que hacer a través de nuestros servicios de inteligencia, el CNI, y las Fuerzas de Seguridad, que han colaborado con nuestros aliados Es obvio que nos enfrentamos a una amenaza global, en la que estamos incluidos. Como también es un hecho que el Gobierno está atento y vigilante para evitar que esta amenaza se materialice.

-Ya en clave de política nacional, ¿qué salida ve al laberinto catalán tras el desafío secesionista?

-Éste es el desafío más grave que España ha sufrido desde que se aprobó la Constitución de la concordia. Los separatistas han planteado un desafío que consiste en la desobediencia de las leyes, la ruptura de la unidad de España y la expropiación de la mayoría de los catalanes que quieren ser, a la vez, catalanes y españoles, de su derecho a ser españoles. Y ante un desafío de este tipo, la única respuesta que puede dar un gobierno es decir que la ley se aplica, puesto que estamos en un Estado de Derecho; que la unidad de España no se va a romper y que no vamos a abandonar a su suerte a los catalanes, que están sufriendo una enorme angustia.

-¿Qué consecuencias inmediatas puede tener para Cataluña la actual deriva separatista?

Para Cataluña esto es una catástrofe. No se va a producir el supuesto de la secesión porque no lo permite la Constitución española, lo cual quiere decir que tampoco lo permite el ordenamiento internacional. Están prometiendo una Cataluña idílica que no existe. Esa Cataluña no estaría reconocida por Naciones Unidas -me remito a la declaración de Ban Ki-moon- y estaría fuera de la UE. Eso quiere decir que no tendría acceso ni al Fondo Monetario Internacional ni a las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo. Hoy mismo [por el pasado viernes] se ha declarado que el bono emitido por las autoridades catalanas es "bono-basura"; no hay mercado y no hay mecanismos de rescate: ni en el ámbito del sistema de Naciones Unidas -fondo-, ni en el de la UE. Todo lo cual quiere decir que es la quiebra absoluta, es decir, que la situación sería peor que en Grecia. Y la quiebra no es un concepto macroeconómico; quiere decir que no se pueden pagar los sueldos de los funcionarios, las pensiones, mantener los servicios sociales y el Estado del bienestar del que han disfrutado los catalanes hasta ahora. El Gobierno va a tener absoluta firmeza en su respuesta.

-¿Cómo valora el papel político e institucional desempeñado en este contencioso por Artur Mas?

-Artur Mas está en una huida hacia adelante que cada vez tiene más el aspecto de una salvación personal que de una operación política colectiva. Lo que está ofreciendo es ser un presidente "pro tempore" con fecha de caducidad y con poderes muy limitados, es decir, que Mas es una especie de Kérenski en Cataluña y así pasará a la historia. Es decir, que lo único que va a hacer es facilitar el acceso de la extrema izquierda a las instituciones. En el Ayuntamiento de Barcelona ya está Ada Colau y en estos momentos está ofreciendo dos vicepresidencias: una a Oriol Junqueras, de Esquerra Republicana de Catalunya, y otra a [Raül] Romeva, que es un ecosocialista tradicional. Y todo eso condicionado, vigilado y tutelado por la CUP [Candidatura d'Unitat Popular], que es un partido antisistema. Podemos decir que el Gobierno de Tsipras en Grecia es un modelo de estabilidad comparado con lo que quiere hacer Mas en Cataluña.

-El PSOE teme que la crisis catalana puede beneficiar electoralmente a Rajoy y su partido. ¿Lo comparte?

-Lo que no es admisible es que en una situación tan grave como ésta entremos en cálculos electoralistas. Nosotros haremos lo que tengamos que hacer; y no se nos ocurriría plantear si hacer eso nos supone un rédito o un perjuicio electoral. Cuando están en juego la unidad del país, los derechos y libertades de los ciudadanos y la solidaridad interna, el cálculo electoral no vale.

-¿Es innegociable un referéndum legal para decidir el futuro de Cataluña?

-Absolutamente innegociable. Si lo que pretenden es un referéndum legal en el que se incluya el derecho a la autodeterminación, eso exigiría la modificación de la Constitución por los procedimientos establecidos en la propia Carta Magna: artículo 168 y siguientes. Eso es exactamente lo que hizo Ibarretxe cuando presentó su plan, en el que se incluía el derecho a la autodeterminación, para que el Congreso pusiese en marcha una modificación de la Constitución. No hay negociación posible; hay que modificar el marco.

-¿Cómo explica la amplia renovación en las candidaturas populares para las elecciones del 20-D a la que usted se suma como veterano ilustre?

-Parece una contradicción por el tiempo que yo llevo, pero creo que la política no es una profesión. Se está en ella cuando se puede aportar algo y hay que estar con la tranquilidad de que uno puede abandonarla sin que ello le altere su vida. El presidente y los comités han decidido renovar el partido y vamos a una nueva etapa.

-¿Y cómo interpreta el descalabro de su partido en los últimos comicios?

-Esto no le ha ocurrido sólo al Partido Popular y en España. Cuando se pasa por una crisis económica como la de 2007 y uno se encuentra un país con una deuda privada de familias y empresas, no financiera, gigantesca, con un sector inmobiliario en caída libre, con una notable pérdida de competitividad. Y todo ello se traduce en caída de riqueza y empleo, un desequilibrio grande con el exterior y una pérdida de recaudación más que importante y un sector financiero que amenaza quiebra, hay que hacer unos enormes sacrificios.

-¿Cree que los ciudadanos castigaron en las urnas al PP por la corrupción en las últimas elecciones municipales y autonómicas?

-Por supuesto. Absolutamente.