Juan Carlos I es el séptimo monarca español que abdica desde el siglo XVI y el primero que lo hace en suelo nacional, en pleno ejercicio de sus prerrogativas, desde que Amadeo de Saboya, primer monarca español elegido por las Cortes, renunciase al trono en 1873 a causa de la inestabilidad política que dio paso a la I República. El precedente más inmediato en el tiempo lo protagonizó en 1941 Alfonso XIII, exiliado en Roma desde las elecciones legislativas de 1931, que lo hizo en favor de su tercer hijo, don Juan de Borbón, conde de Barcelona, el padre del Rey, que se vio desplazado por Franco, cuando en 1969 el entonces jefe del Estado español designó a Juan Carlos sucesor a título de Rey.

Tendrían que pasar ocho años para cerrar la brecha abierta entre los dos Borbones. Don Juan cedió los derechos dinásticos a su hijo, en una sencilla ceremonia celebrada el 14 de mayo de 1977 en el Palacio de la Zarzuela, con una declaración de renuncia oficial a sus derechos dinásticos y de cesión de la jefatura de la familia y la Casa Real de España. El gesto era imprescindible para dotar de legitimidad borbónica al hijo, que ya se sentaba en el trono desde 1975. De haber reinado el conde de Barcelona lo habría hecho como Juan III de España y como tal está enterrado en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial, por expreso deseo de su hijo.

El caso anterior al de Amadeo de Saboya fue el de Isabel II, hija de Fernando VII y tatarabuela de Juan Carlos, a la que la Revolución de 1868 obligó a exiliarse en Francia y a abdicar dos años más tarde en París en favor de su hijo Alfonso XII. La proclamación se hizo efectiva a través de un golpe militar en diciembre de 1874.

Isabel, llamada "la de los tristes destinos", reinó entre 1833 y 1868, gracias a la derogación del Reglamento de sucesión de 1713 comúnmente denominado Ley Sálica, por medio de la Pragmática Sanción de 1830. Esto provocó la insurgencia de su tío, el infante Carlos María Isidro, apoyado por los llamados "carlistas".

A comienzos del siglo XIX, en 1808, Carlos IV cedió la corona a su hijo, Fernando VII, quien luego la devolvió a su padre y este la cedió a Napoleón, en las llamadas abdicaciones de Bayona, por haber tenido lugar en la ciudad francesa.

Napoleón otorgó entonces la corona a su hermano José, que reinó entre 1808 y 1812 y salió de España destronado el 13 de junio de 2013, sin poder llevarse, como pretendía, las joyas de la corona española.

El primer Borbón, Felipe V, también abdicó el 10 de enero de 1724 en su hijo Luis I, que falleció por enfermedad ocho meses después, obligando a su padre a regresar al trono hasta su muerte, en 1746.

Felipe V fue coronado tras una larga y cruenta Guerra de Sucesión en la que se implicaron todas las potencias de la época. Se ha especulado mucho acerca de los motivos de Felipe V para esa abdicación. Parece probable que la efectuó para optar a ocupar el trono de Francia en caso de fallecimiento del joven Luis XV.

Durante el periodo de los Austrias, solo Carlos V cedió sus derechos dinásticos como rey de España en favor de su hijo, Felipe II, y como emperador, a su hermano, Fernando I de Habsburgo. En 1556 y 1557 protagonizó diferentes ceremonias en las que fue renunciando a sus soberanías, dejando la dignidad imperial a su hermano Fernando, que ya ostentaba el título de Rey de los romanos, y el resto de sus posesiones a su hijo Felipe II, que sumaba la herencia de los Reyes Católicos a la de Felipe el Hermoso, a la que terminaría añadiéndose el imperio portugués, configurándose así la monarquía hispánica en la que no se ponía el sol, con dominios que se extendían por Europa, Asia, África, América y Oceanía. Finalmente se retiró a Yuste (Cáceres), donde falleció en 1558.