Ha vuelto a ocurrir. De nuevo un político ha echado mano del gentilicio gallego para insultar. En esta ocasión ha sido el presidente de la Generalitat en el que, durante un altercado parlamentario, calificó de “gallegos” a los diputados de CiU para significar que la federación nacionalista “tiene una posición ambivalente sobre la reforma laboral” “Hacen de gallegos en Madrid porque no sabemos si suben o bajan”, precisó sin empacho Montilla.

Durante la última sesión de control del Govern de la legislatura, el presidente Montilla reivindicó la reforma laboral, y lamentó que CiU lleve esta cuestión al Parlament porque “no tiene nada que ver” con los temas que deban abordarse en este momento del pleno.

Montilla consideraba ambivalente la posición de la federación nacionalista porque cree que CiU critica la reforma laboral en el Parlament, mientras que en el Congreso, con su abstención el día en que se aprobó, facilitó que el Gobierno la aprobara. Pero el exabrupto de Montilla está lejos de constituir un hecho aislado.

Rosa Díez

La diputada de Rosa Díez ha recurrido al apelativo al menos en dos ocasiones para descalificar a sus adversarios. Sin ir más lejos, en octubre pasado, durante una conferencia en el Club Financiero de A Coruña, la ex socialista definió al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, como “cobarde y demasiado gallego en el sentido peyorativo del término”.

Cuando sólo habían transcurrido unos meses y la polémica aún coleaba, en febrero pasado, la propia Rosa Díez volvió a recurrir a la acepción más xenófoba y vejatoria que el diccionario de la Real Academia Española todavía ofrece del término gallego para insultar.

En esa ocasión, la líder de UPyD, respondía en CNN+, a las cuestiones que le planteaba Iñaki Gabilondo. “Defíname a Zapatero”, pidió el periodista. “Zapatero podría ser gallego, en el sentido más peyorativo del término”, contestó ella. “¿Y Rajoy?”, volvió a preguntar el entrevistador. “Rajoy es gallego”, dijo la diputada de UPyD en el Congreso.

Las palabras de Díez causaron gran estupor y un gran revuelo, especialmente en la Red. Rápidamente se multiplicaron los grupos en Facebook que pedían la declaración de la diputada como persona non grata en la comunidad. Díez se excusó diciendo que no había querido ofender.